¿Pueden los súper héroes salvarnos del apocalipsis? Ni Superman ni Spiderman detuvieron la destrucción de las torres gemelas, seguramente no podrían con un incidente de escala global como lo pronosticaba Harold Camping. Aunque con la sumatoria total del dinero recabado por las películas de héroes se pueda construir un nuevo mundo y literalmente es lo que DC y Marvel hacen, vendernos utopías, diseños de planetas, que consumimos porque impactan directamente en nuestras preferencias emotivas e inconscientes. ¿A quién sí salvan los súper héroes? Al duopolio que los creó. No sólo los protegen sino que les rinden tributos económicamente estratosféricos, y el potencial mercadológico no se agota en los comics o juguetes sino que, desde hace algún tiempo, acapara las pantallas de cine y los motivos del merchandising; este fenómeno lucrativo se ha convertido incluso en el eslogan de una subcultura, y para los que no participan de ella, en un recuerdo de la infancia traído a lo más presente: al mundo del entretenimiento. Hubo un tiempo, hace algunos años, en que los adultos asimilaban las caricaturas, animaciones, dibujos animados, animes, y todas las demás declinaciones; con el público infantil. Incluso las grandes industrias que los producían establecían un rango de audiencias que no superaba los 18 años –poniendo un límite superior artificial-, con la excepción y peculiaridad de ese animal exótico que ahora se conoce como geek y que, aunque se piense así, no está ligado al mundo de los comics necesariamente. El caso es que ahora los súper héroes son el tema de muchos grupos culturalmente indiferenciados, pero ¿cómo se convirtió ese homo exoticus en una normalidad? ¿Quién salió ganando con la conversión? Hay pruebas empíricas, estudios que dicen que el comic está de moda, y que ciertas novelas gráficas como Watchmen y The Dark Knigth contribuyeron a la aceptación en el público adulto y en la cultura general. El potencial mercadológico del duopolio de súper héroes es tan sólo comparable con los relatos de su poder en las historietas y otra prueba de su actualidad: la cinta de Batman The dark knight recabó casi 1000 millones de dólares en todo el mundo, la primera de Spiderman 820; y Spiderman 3, la módica cantidad de 890 millones; Thor lleva 145.4 millones de dólares desde su estreno, ¿por qué se han vuelto tan populares? Están en todos lados, en series de moda como The Big Bang Theory, en libros como Harry Potter, en fiestas locales o haciendo maromas en la calle. A eso me refería en el artículo de Cahill con el poder explosivo de la comunicación de nuestro tiempo: se vale de infraestructuras y sistemas ya constituidos infectando los espacios, la comunicación genera más comunicación. Hablamos de una industria que lleva más de 50 años en el entretenimiento, y aunque los súper héroes abandonaron la exclusividad de las revistas hace unos 30 años para saltar a la pantalla grande, su popularidad decreció a principios de los 90’s. La estrategia que utilizó DC comics fue matar a Superman a manos de Doomsday, para revivirlo tiempo después, acercándolo a la inmortalidad y a la configuración de su imagen como un pseudo dios. Tan artificial como fue, esta misma técnica le ha servido a ambas franquicias cada vez que se quiere elevar las ventas –hace un par de meses Batman murió a manos de Darkseid, y resultó que no estaba muerto, andaba de parranda. Otro punto de inflexión, ahora desde el ámbito psicoanalítico, indica que la construcción de mitos y de súper héroes existe en todas las culturas, no sólo como expresión del anhelo utópico de los pueblos, sino como fuente de salvación de la realidad. Dispositivos colaterales del inconsciente son: su configuración como expresión de cosas que no entendemos y trascienden al poder humano, además de la identificación con el padre poderoso, el dios del antiguo testamento. Recuerdo un ejemplo cultural empírico de lo aquí mencionado, a través de una obra expuesta en un museo donde el artista vistió con el traje de Superman a Jesucristo, asimilando a esas dos imágenes emblemáticas de la cultura mundial. Han penetrado tanto que incluso se vuelven parte de las fiestas populares, ese idilio entre cultura y antropología; por ejemplo Halloween y la fiesta de muertos mexicana están repletas de calaveras, fantasmas y disfraces de súper héroes gringos. Pero para que los consideremos propios se necesita de una renovación mercadológica repetitiva, puesto que son mitos exógenos que no surgen desde el interior de la cultura regional. Es decir, al final para nosotros son algo extraño, que no nos pertenece, y ¿quieren saber cómo ha respondido antes eso la industria del Comic? La respuesta no surge directamente para atacar ese problema, en realidad desconozco si se dieron cuenta del conflicto del súper-héroe-exógeno-que-no-nos-pertenece. En el número 900 de Action comics, historieta de origen de Superman, que apareció el 27 de abril del año en curso, este personaje declara que, porque sus acciones son interpretadas como una estrategia gringa, dejará su ciudadanía. Lo mismo ha sucedido con la serie regular de Batman, que ha creado un grupo con ayudantes de todo el mundo para atacar el crimen: los Batmen Incorporated. Ahora son ciudadanos del mundo. Si ya de hecho los súper héroes gringos habían opacado a los locales, como Kalimán por ejemplo, con su nueva fuerza mercadológica terminarán por aplastar por completo a la competencia. Finalmente ¿qué no es más poderoso Superman que el Santo? La noción del héroe en la humanidad, la figura tópica inconsciente, irreal, lo que queremos ser, el mundo que queremos que sea como realidad, la utopía. Es esa utopía por la que el apocalipsis que nos venden las religiones funciona, es lo que queremos escuchar, lo que necesitamos, para superar esta realidad que nos aniquila, en ese sentido no somos mejores que un drogadicto con la jeringa en el brazo inyectándose un poco de irrealidad. Y es que, cómo se le ocurrió a tanta gente esbozar ese gesto de burla y verdadero miedo ante los “cálculos matemáticos” de un paranoico esquizoide cualquiera, ningún genio en toda la historia se ha atrevido a profetizar o a teorizar sobre el asunto, sólo una bola de locos arrastrando a otra podría tematizar el pseudoproblema. Prefiero pensar que se volvió popular porque al inconsciente colectivo le faltan formas de liberar la tensión, de divertirse, lo cual probaría que de pronto algo tan estúpido –y otros adjetivos superlativos- se vuelva un tema internacional; sin duda mucho tienen que ver los medios y la viralidad de la Web como lo analizamos en el caso de Cahill, fame factor, función que ha vuelto más popular a Superman que a Felipe Calderón o a Obama.
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