¿Está usted content@ con su trabajo? ¿Tiene puesta la camiseta de la empresa? ¿Se levanta todos los días pensando que su cubículo es el lugar donde quiere pasar el resto de su vida? Si su respuesta es afirmativa, entonces deje de leer este artículo porque seguramente no le servirá para nada, mejor pase al final y lea la conclusión, tal vez, por lo menos, le entretenga. Sepa que en toda organización el primer cliente que debe estar satisfecho es el colaborador o empleado, si usted ahora mismo piensa que esto es un error o una insensatez, que el trabajador debe estar contento por el simple hecho de que se le paga un sueldo piense ¿El dinero es lo único que me hace completamente feliz aún cuando mis demás relaciones sociales estén maltrechas? ¿Puedo permitir que me traten de idiota en el trabajo aún cuando me paguen? Desde siempre se ha sabido en las organizaciones que cuando los empleados y colaboradores están contentos o satisfechos con su trabajo aumenta la productividad, se genera innovación y se respira un ambiente sano en las instalaciones; muchos jefes, instituciones y directivos consideran que es responsabilidad de todos seguir haciendo su labor con las mismas ganas de siempre, sin asumir que a ellos mismos les entra la espina del desasosiego constantemente y que la monotonía y la rutina, además de la obligación, son causas de que en todo ser humano se reduzca la motivación, si en algún momento la hubo. El marketing interno se ocupa de generar y administrar la identidad y el apego a los valores y filosofía de la institución, siempre y cuando existen, sino por lo menos debe crear un entorno saludable de trabajo. En nuestro país la cuestión cultural impacta. Somos herederos de una tradición en la cual nuestros padres o algunos nosotros pudimos obtener un trabajo estable debido a los sistemas de sindicatos y beneficios gubernamentales que protegían al empleado, además de brindarle excelentes favores como vacaciones pagadas, contrato vitalicio o hasta que la pensión nos ampare, seguro social, una jugosa quincena, etc. Esas condiciones permitían que por lo menos sintiéramos que debíamos hacer las cosas y nos juzgábamos de alguna manera queridos por las instituciones para las cuales laboramos. Eso le facilitaba a las empresas el mantener a los trabajadores contentos y se deban por sentadas las condiciones que ahora tiene que crear necesariamente el marketing interno, antes uno traía la camiseta puesta de entrada, ahora nos tienen que enseñar a ponérnosla y, sobre todo, persuadirnos de que vale la pena comprometerse. Un fenómeno muy importante de nuestro tiempo es que la forma del trabajo se está transformando y las leyes protegen menos a las personas y favorecen más a las organizaciones, esto ha tenido por resultado que sea difícil tener a los trabajadores contentos por todas las incertidumbres a las que están expuestos: que los corran, que ya no haya sindicatos, poca seguridad social, etc. Pero no es sólo eso, es decir, no toda la culpa es de las organizaciones, la competencia exacerbada en la que se desenvuelven ha provocado que tengan que eliminar todas estas prestaciones para ser medianamente rentables a la manera occidental (con un sistema de pago donde el jefe gana 10 veces más que el subordinado, en países orientales como Japón los gerentes ganan a lo sumo dos o tres veces más que el empleado porque las organizaciones invierten mucho para el futuro). Para ello el marketing interno tiene que ingeniárselas generando vías a través de las cuales se establece una conexión entre el trabajador y la organización, se alinea la cultura de trabajo con la misión, la visión y los valores, pero éstos deben ser por lo menos cumplibles. La idea de vender ideas hacia el interior de las organizaciones pretende modificar los desperfectos y la desmotivación que se generan con los nuevos sistemas de trabajo. La consigna actual es o trabajas o la empresa desaparece y todos perdemos. El marketing interno o endomarketing, como toda forma de marketing, antepone un concepto creativo aunque su segmento está más definido y se vale de prácticas y campañas para mantener contentos y satisfechos a los clientes que en este caso son los empleados. Algunas prácticas comunes que ofrece el marketing interno son las reuniones familiares que organiza la empresa los fines de semana, las bonificaciones, algunos beneficios en cuanto a las instalaciones como áreas de comida, etc. Pero la más importante es el trato preferencial, el ambiente de respeto y la cultura de agradecimiento y de reconocimiento. Muchas organizaciones asumen que esta área está de más y parece cierto en el sentido de que, aún cuando las cosas estén mal hechas o los empleados insatisfechos con su labor, el trabajo se tiene que hacer y se hace. Lo que es necesario entender es que aumentar la productividad significa un crecimiento neto en las instituciones que sólo puede respaldarse mediante la satisfacción real de los empleados. El marketing interno en realidad apunta hacia la reducción de costos, me explico. Le cuesta más a las organizaciones contratar nuevo personal cada tres meses a los que se tardaría bastante tiempo en volver a capacitar, además, los constantes movimientos en cuanto despidos hacen que la gente que se queda se desmotive. Uno de los aspectos centrales que se profesa en el marketing interno es el de cumplir con lo que se promete y enseñar con el ejemplo, factores que los jefes no siempre toman en cuenta, pero que son centrales al momento de cumplir con prácticas comunes, por ejemplo, si el jefe no se queda después de la hora de salida ¿cómo exigir a los subordinados que lo hagan? ¿Cómo mostrarles esta cultura del compromiso con la organización? Una organización donde el ambiente es sano gracias a las prácticas del marketing interno es más como una banda de Jazz, aunque los directivos, ejecutivos o gerentes, prefieran que sea más como el funcionamiento de un reloj: en los relojes todas las partes deben cumplir su función sino todo el sistema se colisiona, y no interesa la existencia de las partes por su ser sino por lo que hace, no hay innovación puesto que sólo realizan aquello para lo que están construidas. En una banda de Jazz la innovación es lo esencial, cuando un instrumento cesa los otros entran a suplir su función, y las partes pueden cumplir las funciones tanto de dirigentes como de acompañantes. Piense usted como prefiere a su organización, como un sistema cerrado que no permite cambios y que en cualquier momento puede cesar su existencia por el choque con lo diferente del entorno, o como un sistema dinámico en el cual todos están satisfechos; escoja bien porque posiblemente tenga usted más preferencia por trabajar en un cementerio que en una fiesta viva.
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