Estoy altamente indignada con la insultante promoción que se están haciendo nuestros ilustrísimos quesque gobernantes (porque ni cómo decirles “autoridades” ) ahora que empiezan a hacer campaña para el año en el que se augura que se acabará el mundo como lo hemos conocido hasta ahora. El peor día de noticias recientes, por lo menos el más escandaloso, fue el día de la calamidad en el casino de Monterrey y justo en ese día fue el de mayor peso publicitario del informe de don presidente FCH… o por lo menos así pareció. Era el colmo de los colmos que estaba el noticiero con el dramón, se iban a corte y salían tres spots de los logros del gobierno. Me pregunto de quién es la falta de sensibilidad: del que programa en Presidencia, léase Comunicación Social o alguna jalada de ésas, o los babas de Televisa que ni tienen el valor y les vale. Lo triste es ver que no fue errorcito de un día, sino que tiro por viaje explotan las calamidades para hacerlas campañas presidenciales. Pasan 26 años del temblor del ’85, que no estoy cierta si es una ceremonia relevante para todo el país o nomás para los defeños. Y ahí tienes a Ebrard en su plaza y a Calderón en la suya, cada quien desde su derrotero haciendo su procelitista rito. El que ya de plano me pareció de mal gusto es el famoso Tícher. De entrada me cae bien, porque personalmente sé que tiene un sentido del humor que me encanta, en su chamba me cae bien veces sí veces no, pero ayer que le abre espacio al copetoncito para lanzarse de lleno por la grande, con sus preguntitas a modo y nada de cuestionamientos ¿juaydetapete? diría yo. Al final, me queda un terrible sabor de boca ¿ Se lo habrán impuesto en Televisa a cambio de algo o el Tícher se llevó una lanota para financiar sus próximas vacaciones? Sea cual sea el caso, sea quien sea el personaje que invade mi pantalla, #yoconfieso querido lector, que me tiene aterrada el bombardeo propagandero inminente que se avecina, sin conmiseración ni piedad. Deveras, ¡qué meyo!
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