No entiendo cómo las empresas se permiten tener inconsistencias garrafales en la imagen que proyectan. Es de una vergüenza monumental ver cómo gastan millonadas en hacer publicidad o en mandar y mandar materiales caros que se van derechito a la basura y, en cambio, no invierten ni tantito en investigación o en capacitación. Tengo a la mano un ejemplo de acciones completamente contradictorias que, al final, su saldo no resulta muy halagador. Bien: Megacable tiene presencia en casi todo el territorio nacional con buena cobertura de señal y de sucursales. Mal: su atención a clientes no podría ser peor. Hasta el poli de la entrada te trata mal Bien: su oferta incluye paquetes que (en teoría) se adaptan a tus gustos y tu economía. Mal: tienen canales repetidos entre uno y otro paquete, canales sin audio, canales sin señal y algunos que ni siquiera puedes acceder a ellos, a pesar de haberlos contratado. Bien: te presentan una pantalla con la guía de programación que puedes consultar para saber qué quieres ver. Mal: es un sistema del siglo pasado. Sólo puedes ver lo que hay en ese momento y para cada paquete es una pantalla distinta, es decir que tienes que andar de pantalla en pantalla esperando a que el scroll complete su recorrido. Seguramente cuando escojas un programa, ya lleva 15 minutos de haber iniciado. Bien: han integrado a su oferta una serie de servicios de primer nivel, que te permite tener opciones de telefonía y de internet. Mal: además de que estos servicios no tienen estabilidad, las campañas publicitarias que los apoyan son como para retrasados mentales recluidos en una casa de retiro del medioevo. Recientemente integraron a sus anuncios unos mimos como personajes centrales que me recuerdan al canal 5 de los sesentas. Bien: Tienen unos spots de TV en los que presentan un poco de la vida de sus empleados y cómo se han beneficiado de trabajar en la empresa. Mal: esos spots son soporíferamente aburridos y parece que los produjeron con tres pesos. Bien: de verdad me fascina una serie de cortos que te presenta información útil y práctica de lo cotidiano, la vida y hasta de historia. Los pasan muy de repente pero siempre que terminan, me quedo con una agradabilísima sensación de bienestar. Mal: nos han endilgado en estos días un chafísima spot de la Liga del Pacífico por demás corriente, vulgar y naco, que repiten ad-nauseam como para que no se te olvide que a sus usuarios no los toman en cuenta más que para cobrarles. Bien: como las empresas de vanguardia, tienen presencia en redes sociales como Facebook y Twitter. Mal: no tienen NI IDEA de cómo utilizarlas, no hay estrategia ni respuesta a las comunidades respectivas, no hablan el lenguaje de las redes ni están presentes, como esa audiencia exige, 24/7. Desafortunadamente ejemplos como estos los encontramos no como excepción sino como regla en todo nuestro alrededor. Las empresas carecen de consistencia y de una estrategia sólida y equilibrada. Se la viven dando de tumbos y de bandazos por no destinar un poco de recursos a los contactos que tienen con el público. Eso, a pesar de que a la larga tiene un gran impacto en sus resultados de ventas, deciden no ponerle atención con una visión miope y cortoplacista. Qué flojera.
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