Hace algunos días, platicando con un amigo, caímos en cuenta de que la palabra “atacar” es demasiado agresiva para describir lo que los publicistas buscamos lograr con respecto al target. No es por miedo a la palabra y la fuerza que esta pueda expresar, sino por la forma en que se lleva a la práctica la acción de “atacar” al target, tan literal. Permítanme ser un poco más clara, por supuesto que la tarea del publicista debe ser fuerte y decidida para lograr los objetivos que se haya propuesto para cierta campaña, claro que hay que buscar que el target se comporte de la forma que más conveniente resulte a las marcas. Lo que definitivamente hay que evitar es que el target sea consciente de este “ataque”, el entorno ha cambiado y es el consumidor es quien decide qué le gusta o disgusta, qué le resulta simpático o arrogante. El consumidor está atento y se involucra. Pensémoslo así, una manada de leones hambrientos rugiendo por toda la sabana difícilmente podría cazar a su presa, todos los animales se mantendrían alerta y alejados lo más posible de ellos. Si pretendemos saberlo todo sobre el target sin realmente observarlo y nos lanzamos hacia él llenos de mensajes vacíos, este indudablemente rechazará todo lo que hagamos. Por el contrario, una planta carnívora que se mantiene atenta a su entorno, usa como estrategia para atrapar a su presa señuelos y aromas que llaman su atención y hacen que esta se acerque por sí misma. ¿El consumidor se ha vuelto inmune a la publicidad? Claro que sí. A la mala publicidad, por supuesto. Es nuestra tarea, publicistas y mercadólogos, conocer al target, observarlo y persuadirlo por medio de mensajes claros, que sean de su interés y no pretendan manipularlo. Hagamos uso de la estrategia y no del cliché, dejemos de atacar y aprendamos a cautivar.
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