Ya sabemos que las marcas se están mudando de casa, una casa hecha de binomios. ¿Binomios? Claro que sí. Me gusta o no me gusta, lo comparto o no lo comparto, lo subo o no lo subo. Binomios y más binomios. Sin embargo, hay un punto medio entre el «sí» y el «no», llamado Contexto. El Contexto es la parte que alimenta con información a los usuarios, a los clientes, a los líderes de opinión y a los expertos. El redactor publicitario de antaño, sólo escribía textos, es decir, guiones para radio, televisión, cortometrajes o documentales. El redactor de hoy, tiene que generar contenidos (contextos). Hay tres tipos de contenidos: los estéticos, los éticos y los lógicos. Los contenidos estéticos o llenos de belleza, sirven para posicionar a las marcas, para enamorar, para llenar cerebros sin amor. Los éticos hablan sobre la ecología, sobre cómo las marcas hacen que la vida de las personas mejore. Y los lógicos son contenidos científicos, explicativos, retóricos, y sirven para vender máquinas o nuevos dispositivos. El redactor publicitario, además de tener que escribir en Twitter y en Facebook, tiene que escribir en blogs, en revistas digitales y en periódicos «de a clic». Si pretendemos escribir para la pantalla del ordenador del mismo modo en el que escribimos para un impreso o para un spot de televisión, estaremos errando. El ojo se comporta de manera distinta en cada medio de comunicación. Una peculiaridad de las pantallas de los ordenadores, es que provoca que dos de nuestros sentidos actúen simultáneamente. La vista y el tacto, trabajan de la mano cuando navegamos en internet. Es bien sabido por los sociólogos que la vista es el órgano creador de mitos por excelencia, y también es bien sabido que el tacto es el sentido desmitificador por antonomasia. Mientras el ojo crea historias o se embelesa, la mano dice: «no, señores ojos, esto que ven, no es real». Cuando redactemos un texto para blogs, Facebook o Twitter, pensemos en cuáles son las vocales y los grupos de consonantes más complejos para el ojo. Si evitamos grupos consonánticos tales como el «mbr», o si eludimos palabras hipnóticas como «alienar», que tanto se confunde con la palabra «alinear», hacemos que el ojo del lector se canse menos y lea más. Tampoco olvidemos que mucha gente selecciona los textos que lee con el mouse (llenar de enlaces nuestro texto, complica la selección). Si los párrafos son cortos, es decir, si constan de unas cuatro líneas (cuatro son los datos o las dimensiones que el ojo puede percibir con facilidad), la lectura será mejor. Más aún. El ruido, el ruido que se vive en las oficinas de trabajo, en las universidades o en la sala de nuestra casa, sala atestada de niños, tías histéricas y explosiones venidas de los videojuegos, es tormentoso. Para eliminar un poco el ruido, evitemos en nuestros textos el exceso del «punto y coma», de los «dos puntos», de las frases largas y de las ideas abstractas. En vez de decir que «la economía global opera mediante movimientos imperceptibles de los mercados emergentes», digamos «que los billetes cambian de mano más rápido conforme el trabajo detrás de los muros de las fábricas aumenta». Esperamos que estos consejos, sean de utilidad. Buen día, Comunidad Roastbrief.
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