Ya mucho se ha publicados sobre cómos, porqués, quiénes y dóndes del hommo creativus. En esta ocasión me gustaría disetar sobre el cuándo de este ser creativo. Es bien sabido que existe una infinidad de recursos para resolver de forma creativa un problema de comunicación. Pero por alguna razón a veces toda esta maraña de herramientas para fomentar la creatividad en la oficina o en la sala de juntas no basta. ¿Por qué a veces tal o cual fórmula simplemente no funciona? ¿Por qué leo y leo artículos sobre cómo ser el rey de los creativos y al momento de aplicar tanta teoría mi mente sigue en blanco? ¿Me han estado engañando o he leído a puros charlatanes? ¿O resulta que en realidad soy un incompetente en el área? Antes de desertar a nuestra profesión o decidirse por caer en una larga y amarga desazón, conviene reflexionar sobre lo siguiente: si busca que la creatividad esté siempre a su disposición, primero debe estar usted mismo a la disposición de la creatividad las 24 hrs. La creatividad es un ente celoso y caprichoso, como una planta que busca tener toda nuestra atención. No debemos salir de la oficina y dejarla olvidada esperando que nos sonría al día siguiente. O darle cuidados sólo entre semana. A la creatividad hay que llevarla siempre, a todos lados. Dije que es como una planta, pero también es como un músculo. El más débil de todos quizás porque hay que ejercitarlo todo el tiempo. Por eso debemos buscar soluciones creativas no sólo para nuestros clientes sino para nosotros y nuestro día a día. Evite escuchar siempre la misma música, pero también pruebe de cuando en cuando no escuchar música. Un día en vez de escuchar “algo distinto” mientras conduce, intente apagar la música o el noticiero y escuchar los ruidos de la calle, o el silencio, o ponerse a cantar desvergonzadamente; trate de recordar alguna canción que hace mucho no escucha, por ejemplo. O bien, un día deje su auto y viaje en transporte colectivo. Si siempre se traslada en auto, haga lo posible por caminar. Si nunca cocina intente preparar algo. Si la cocina es lo suyo pruebe nuevas recetas, o mejor aún, invente las suyas. Pruebe siempre nuevas formas, nuevos colores, nuevos sabores, nuevos autores, distintas formas de pasar el tiempo. Evite a toda costa la cotidianidad aburrida. Modifique las distribución de los muebles de casa regularmente si es posible. Haga disparates (siempre sin abusar, no se deje atropellar por un auto ni nada que arriesgue su vida o su integridad). Cualquier cosa que rompa sus propios esquemas es bueno, formas de hacer esto sobran. Otra opción: lleve consigo algo de plastilina y modele figuras en cualquier momento en el que se trate de esperar. No daré más ejemplos porque parte del ejercicio del ser creativo todo el tiempo es justamente dar con estas oportunidades y no casarse con una sola por mucho tiempo. Así que sin más, permítase ser un creativo total.
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