“Viral es una consecuencia de una buena idea, no una idea o formato en sí mismo.” Leí esa frase en el Twitter de Rei Inamoto, Director Creativo de AKQA, y me removió una inquietud que ya tenía. Y es que ya van dos o tres veces que un cliente nos pide que le hagamos un “video viral”, y lo que me viene a la mente es pensar que si yo pudiera hacer eso, crear videos de los que tuviera la certeza que se “viralizarían”, que la gente disfrutaría de tal manera que se tomaría la molestia de compartir, sería millonario. Es más, me saldría de la publicidad. Me dedicaría a realizar pequeños documentales “virales” de lo que se me antojara, y pues la gente los vería, porque yo tendría la capacidad de hacer “virales”. También dirigiría películas virales, y programas de televisión virales. ¡Qué bonito es el mundo de los virales! Desafortunadamente, el consumidor es mucho más complejo. Pensemos en la cantidad de información que consumimos durante el día y cuánta de esa información compartimos. ¿El 1%? ¿El 0.1%? ¿El 0.001%..? Algunas personas más que otras, y dentro de esas otras, hay algunos que nunca en mi vida he visto que compartan un artículo, video o foto en sus Redes Sociales (los que yo llamo voyeristas, porque no les creo que “es que nunca entran a Facebook”). Se vuelve un balazo en el pie decirle a un cliente que le vamos a realizar un “viral”, porque estamos apostando a que nuestro contenido va a ser tan, pero tan grandioso, que la gente va a correr a compartirlo. Y menos, si es un anuncio (con lo mucho que nos aman a los publicistas, no nos van a ayudar a hacer nuestra chamba). Evidentemente lo atractivo de este concepto de “viral”, es la idea de poder hacer un anuncio sin tener que pagar por el medio. Bien dice el dicho mexicano: gratis, hasta los virales. Sin embargo, lo que la gente comparte son las buenas ideas, no los virales. Si tuviéramos que pensar en una idea que pudiera vivir por si sola en la red, puede ser que realizarla nos saldría mucho más cara que la pauta con López Dóriga. Quizás no. Pero quizás sí. Me viene a la mente el primer flashmob que realizó T-Mobile en la central de tren de Liverpool, donde, de repente, en un día cualquiera, los que parecían ser civiles eran en realidad actores que bailarían una coreografía genial por un par de minutos, para después seguir caminando como si nada hubiera pasado. Ese fue un viral, no cabe duda, ¿pero nació siendo un viral, así como concepto? Yo creo que nació siendo una gran idea. Algún genio (o algún loquito) habrá dicho: “Estaría buenísimo que un día vas a tomar el tren y descubres que todo el mundo se organizó para jugarte una broma. Una broma de muy buen gusto.” Y después T-Mobile lo volvió a hacer con el enorme karaoke en Trafalgar Square, donde pusieron a miles de personas a cantar “Hey Jude”. Personalmente, me sacó lágrimas de emociónn. Pero no era otro “viral”, era otra gran idea; otra idea que así como vivió en YouTube, también podría haber vivido en un cineminuto o en un spot de 30 segundos en el Canal de las Estrellas. Y la gente la hubiera compartido. Quizás solo platicándola, pero la gente comparte lo que le gusta; la gente comparte las buenas ideas. No los virales. Entonces, cuando Roastbrief me pidió que les realizara un artículo viral, con millones de views, les dije que con mucho gusto. Y ahora que escribí esta pendejada, yo creo que ya les quedé mal.
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