En ocasiones surgen discusiones a cerca de la diferencias entre la publicidad y la propaganda en general. Hay quienes defienden que es lo mismo, mientras que otros opinan que sólo son dos herramientas persuasivas que siempre irán de la mano. Para comprender la discusión, comprendamos primero los conceptos. La propaganda tiene el fin de convencer a las personas para cambiar ideologías políticas o religiosas sin fines de lucro, mientras que la publicidad también convence, pero es evidente que el fin principal es el lucro o la comercialización. Está claro que ambos tratan de convencer por medio de argumentos no tan válidos o no tan ciertos, pero la principal diferencia radica en la comercialización. Son embargo en los últimos años la publicidad ha necesitado cambiar un poco para convencer a la gente no sólo en lo superficial de un producto, sino en el cambio de ideologías para crear clientes fieles. Este ejemplo se puede visualizar con el marketing social y el marketing verde. Al final de cuentas, las acciones emprendidas tienen con fines lucrativos, pues las empresas deducen impuestos y ganan más clientes al dar una imagen responsable. Uno de los primeros intentos por combinar ambas estrategias, fue una campaña que se hizo en la Segunda Guerra Mundial para fomentar el compartimiento del auto, ya que las automotrices comenzaban a surgir y a vender los productos como pan caliente. La estrategia propagandística para reducir la contaminación que desde ese momento se vislumbraba, fue decir a la gente que si manejaba sola seguramente viajaba con Hitler.
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