Es posible, `a priori´, probar un texto publicitario. Pero antes de explicar cómo se hace queremos preguntar esto: ¿se atrevería a decirle a su cliente que el salario de su trabajo saldrá exclusivamente de las ventas provocadas por su anuncio? Podemos prometer clics, visitas a nuestra página, llamadas telefónicas, mejoramiento de la opinión sobre el producto o `branding´, pero es difícil prometer ventas. Sí, es difícil, pero es posible. Un anuncio debe contener un mínimo de elementos para funcionar. Un deportivo, por ejemplo, tiene lo necesario para correr, pero su rendimiento en la pista dependerá directa e irrefutablemente del piloto. Ofrezcámosle al cliente un buen deportivo, un vehículo poderoso que transporte sus mensajes, pero también enseñémosle a conducir, a correr, a sacar lo mejor del motor. ¿Cómo se prueba un texto publicitario? La Semiótica nos ha enseñado en XY que al redactar textos científicos, ora para explicar un motor o una vitamina, ora para explicar un servicio o un `software´, tenemos que poner más atención en la Sintaxis (ordenamiento de los elementos: a, b, c) que en cualquier otra cosa. También hemos aprendido que al redactar un texto dirigido a una masa indeterminada, tal como un texto político, tenemos que poner más atención en la Pragmática (lugar en el que se recibirá el mensaje: a/1, b/2, c/3) y en el Ruido que en cualquier otra cosa. Y por último, hemos comprendido que al hacer un texto poético, embelesador, romántico, de esos que hacen gala del galimatías y del rodeo, tenemos que atender la Semántica (significados alegóricos de un término: abc, cba, acb, bca), la Polisemia, el doble sentido. ¿Queda claro quién nos habla y desde dónde nos hablan? ¿Queda claro qué nos quieren decir? ¿Queda claro cómo conseguiré lo que me ofrecen? ¿El arte o imagen que usamos refuerza el texto o lo hace ambivalente? ¿El encabezado no provoca expectativas demasiado altas o bajas? ¿Ese hombre sordo del anuncio hará que desee comprar el subterfugio para la sordera que el texto pregona o sólo me hará voltear la cara y procurar no pensar en cosas malas? Probemos, probemos, probemos. Imagen cortesía de Fotolia.
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