Freud decía que había científicos que jamás observaban lo que deseaban porque perdían todo el tiempo limpiando sus lentes. En publicidad a veces somos así, a veces investigamos tanto, tanto, que la hora de la acción de nos pasa. Queremos compartir con la comunidad un pequeño test para probar la efectividad de un anuncio. Aquí lo tienen: ¿El anuncio debe ser cómico o trágico? Preguntas derivadas: ¿Qué problema emocional solucionará mi mensaje? ¿La soledad? ¿La locura? ¿El amor? ¿Qué problema funcional solucionará mi producto? ¿Dará más tiempo libre? ¿Mejorará el nivel de vida? ¿Qué parte del anuncio le parece menos atractiva? Preguntas derivadas: ¿Podemos eliminar algún teléfono o dato mandatorio? ¿Se sabe quién habla? ¿El tono es claro? ¿Los colores llaman la atención sin aturdir? ¿La tipografía es amable? ¿El eslogan es coherente con la historia contada? ¿Cree que el nombre es importante? Preguntas derivadas: ¿Es fácil de pronunciar el nombre? ¿Es de fácil lectura? ¿Se oye bien en radio? ¿Se ve y se oye bien en televisión? ¿Se puede bordar bien sobre camisetas o gorras? ¿No es ofensivo en la India? ¿Se comprende el significado en Arkansas? ¿Le gustará a Joan Costa? ¿Distingue el mensaje principal del anuncio? Preguntas derivadas: ¿Prometo algo diferente de lo que promete la competencia? Y si no, ¿lo digo mejor? ¿Lo digo más fuerte? ¿Lo digo con más elegancia? ¿Y si no lo digo? ¿Y si lanzo una adivinanza? ¿Un acertijo? ¿Una clave? ¿Un latín? Já. ¿Por qué cree que el anuncio es eficaz? Preguntas derivadas: ¿El anuncio conmueve? ¿Hacer reír, llorar y esperar, como quería Dickens? ¿Es respetable? ¿Es íntimo el mensaje? ¿Es sensual? ¿Es amoroso? ¿Es de calidad? ¿Leerán los de Saatchi este texto? Buen día, Comunidad Roastbrief. Foto cortesía de Fotolia.
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