Intentemos hablar de nosotros mismos y comparemos las virtudes con los defectos. En seguida brotará un sinfín de aspectos “negativos” en comparación con las bondades de cada uno. Por más esfuerzo que hagamos, en ocasiones no aceptaremos algunas habilidades o características que otros nos encuentran. Intentemos ahora encontrar las virtudes de otro. Por supuesto que ese otro se negará de poseerlas aunque así no lo sea. ¿A qué se debe este fenómeno? Sobre todo en el caso de las mujeres, la información que de pequeñas recibieron sobre la belleza es determinante en sus actitudes como adolescentes y adultas que se resumen en un par de conceptos: el miedo a la belleza y el merecer. Por las condiciones sociales, la belleza femenina se maneja en dos formas: la exaltación y el ocultamiento. Cuando una persona es atractiva tiene derecho a explotar su cualidad, pero al mismo tiempo se debe cuidar de aquellos que buscan aprovecharse de ella. Los cuentos nos enseñan que las princesas sufren por su belleza a causa de las envidias y de los hombres malvados, mensaje que se impregna en el inconsciente. El merecer es otro agregado de la belleza. Los adultos en ocasiones descalifican a los niños, condicionándolos para recibir afecto o halagos. Si los pequeños no logran cumplir las expectativas de los adultos, entonces sienten que no merecen lo que se les da. ¿Las consecuencias? Dove ha mostrado la negación de la belleza en un spot pasado. Ahora lanza otro con una recopilación de actitudes comunes que las mujeres tienen ante la cámara de un ser querido. Después de que la mujer se identifica con las reacciones de jóvenes y adultas, el comercial finaliza con un mensaje emotivo, invitando a la reflexión sobre la autoestima y la hermosura propia. Esta pieza realizada por Ogilvy London fue ganadora de un León de Oro en la categoría “Film” en el Festival de Cannes 2013.
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