Dejemos un momento nuestra maravillosa mente de publicistas y pensemos como consumidores: ¿Compramos a consecuencia de la persuasión, de la manipulación o de la ideología? Como consumidores sentiremos la presión de obtener bienes para satisfacer deseos generados por la cultura, y sentiremos que muy pocas veces compramos por convicción o por necesidad. Pero hay una noticia: todo es manipulación. Entonces, ¿La publicidad manipula? No, no es así. La publicidad es una serie de argumentos que cada quien decide creer o ignorar. Por ejemplo, Coca Cola utiliza para vender el argumento de la felicidad. ¿Es cierto que ese refresco une a la familia, o que reparte felicidad por el mundo? La respuesta cada quien la sabe. Lo cierto es que algunas personas caen en el juego. Dicen elegir ese refresco por el sabor o porque dicen ser manipuladas por sus colores. Otras, por el contrario, no la compran porque es muy dañina para el organismo o para el medio ambiente; algunas otras no sabrán explicar por qué sí o por qué no la adquieren, pero a nadie se le obliga. ¿Cuál es el verdadero motivo de la compra? ¿Será el sabor, el color, el pegajoso nombre? Las ideologías se mueven sin que la sociedad lo note. Desde la religión, los partidos políticos, e incluso, el simple hecho de usar monedas y billetes, forman parte de una ideología impulsada gracias a la propaganda. Este término suele relacionarse de inmediato con la política, pero la función de ésta es influir en el pensamiento. La propaganda se refiere a la difusión de un modo de pensar y de actuar, manipulando el entorno para inducir una actitud. Esa actitud genera beneficios para quien la planea y el “manipulado” puede obtener beneficios, a veces materiales, a veces psicológicos. El consumismo, es así, una consecuencia de la propaganda de la economía capitalista. La propaganda dice qué para “ser alguien” en la sociedad se deben tener ciertos bienes, y la publicidad dice cómo y cuáles obtener. ¿Qué aprendemos de esto? Que la publicidad es sólo una herramienta de la propaganda. La publicidad es en sí, una herramienta inocente de la manipulación y la propaganda es la que dicta los planes a ejecutar.
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