En nuestro trabajo pasamos, a veces, más de ocho horas diarias. Nuestro cuerpo, prácticamente, toma la forma de la silla en la que reposamos en la oficina. Las costumbres de nuestros compañeros, al final del día, se hacen nuestras costumbres, pues inconscientemente el ser humano imita. El léxico de la gente con la que laboramos se impregna en nosotros. Somos, por naturaleza, nuestro entorno. No olvidemos que la publicidad de nuestra marca también debe dirigirse hacia el interior de nuestra empresa. Todos los días pensamos en el bienestar del consumidor, en las ventas, en el servicio, en la calidad, en fijaciones de precios, en promociones, pero olvidamos lo que sucede en el alma de la marca. ¿Qué debe lograr una publicidad dirigida a nuestro equipo de trabajo? Hay muchos objetivos, entre los cuales podemos contar los siguientes: mejoramiento del clima organizacional, motivación, capacitación, celebración de algún éxito, perfeccionamiento de los procesos. Los consumidores quieren que las marcas tengan calidad y sean diferentes, pero… ¿qué desean las personas que trabajan para las marcas? Desean sentir que son parte de algo. ¿Qué es dicho «algo»? Dicho algo puede ser una familia, un equipo, una institución o un hogar. La familia da protección; un equipo da certidumbre profesional; una institución da valores; un hogar da cariño. ¿Qué querrá nuestro equipo? Podríamos, para conocer a nuestro equipo, enterarnos de la edad promedio del tal. ¿Quieren los jóvenes cariño? ¿Quieren los adultos mayor certeza profesional? ¿Por qué creemos que la tecnología palia cualquier malestar? ¿Estamos seguros de que comprando la última novedad técnica en ordenadores nuestro equipo se sentirá mejor? Seamos más atentos con nuestro equipo. Imagen cortesía de Fotolia.
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