¿Qué buscan las marcas? Vender, claro. ¿Qué vende? Vende lo que da una solución. ¿Qué es una solución? Es una cosa que arregla, eficaz y eficientemente, un problema. ¿Qué es un problema? Un nudo. La vida no es complicada: lo que es complicado es nuestro entendimiento. Nuestra novia nos deja por otro, nuestro amado se fuga a Europa con otra, y entramos en crisis, y lloramos, y maldecimos montañas, pájaros, celular y ancestros; y luego, ya conspirando, contemplamos el cuchillo para cortar carne, cuchillo que desanudará, que destripará el problema. ¡Alto! Pero llega una marca en el momento correcto y nos dice: «Calma. Mastica y todo se arreglará». Distingamos, siempre, los problemas reales de los problemas ideales. Hugo Hiriart, en `Letras Libres´, escribió un texto llamado `Infierno y poesía´ (edición de noviembre del 2013), y en él leemos: «La nota roja penetra en el alma humana, esclarece sus arcanos, hace vibrar, revive todas las angustias y apura el surgimiento de todos los miedos. No hay pasión que no haya sido pintada ni carácter que no haya sido encarnado en personajes enteros, definitivos. Todo exhibido sin velos pacatos, en crudo, para sondear así lo que esconden los corazones atormentados de reconcomio y contrición». ¡Bien dicho! ¿Por qué mata la gente de un pueblo? Las razones para matar, véase, representan los valores de dicho pueblo. ¿Matamos por infidelidad? ¿Por qué no hablar de fidelidad en nuestro spot? ¿Acuchillamos por traición? ¿Por qué no hablar de amistad en nuestra publicidad? La prensa, se sabe, es el espejo de una sociedad, y en tal espejo debemos alimentar nuestros argumentos publicitarios. Imagen cortesía de Fotolia.
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