¿Qué es la simplicidad? Es el arte de hacernos sencillos. ¿Qué es la sencillez? Es el arte de eliminar lo que no hace falta. Un filósofo, hace siglos, dijo que debíamos evitar multiplicar los entes para mejorar la intelección. ¿Por qué? Veamos. La estilística, antes, se llamaba retórica, ciencia que estudiaba las formas del «buen decir». Antes, en un mundo que no estaba saturado por los medios de comunicación, era preferible lo conciso, lo clásico, a lo barroco. Hoy, muchos redactores publicitarios confunden lo «conciso» con lo «preciso». Lo «preciso», para serlo, muchas veces debe ser barroco, amplio, adornado. La forma, en la percepción moderna, antecede a la materia. Lo «preciso», a su vez, no tiene por qué ser siempre «unívoco». Lo «unívoco», aunque «preciso», se hace prontamente «obsoleto». Se confunde, además, lo «obsoleto» con lo «perdurable». Decir «el de siempre» no es lo mismo que decir «lo de siempre». «El» es una persona o una marca que mantiene su identidad pero que cambia o innova su actividad; decir «lo», en cambio, es hablar de un objeto que se mantiene igual con el pasar de los años. Se confunde la innovación del producto con la innovación de la marca. Una marca es un vehículo que viaja por las carreteras que son los medios de comunicación; y en las marcas, anotemos, viajan los productos, y no al revés. Una televisión lanza, pensemos, diez spots publicitarios; tales spots, claro, vierten marcas en la mente del público; el público, viendo los spots, atenderá y comprenderá no al que más llame su atención, pero sí al que más «comprenda» su atención. ¿Conciso? Sí, un spot puede ser todo lo conciso que se quiera, pero concisión no es comprensión. ¿Quiere concisión la madre que compra pañales? ¡No! Ella quiere que le expliquen, minuciosamente, cómo la piel de su amado bebé estará protegida por el pañal C. Imagen cortesía de Fotolia.
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