Son las marcas, aquellas que portamos en nuestra ropa, en lo que comemos, en los productos que compramos y recomendamos quienes conocen muy bien el concepto de confianza. Esta palabra es una de las fuerzas más grandes que puedan existir sobre la tierra. La confianza es probablemente una virtud que se gana solamente con hechos. En nuestro caso, con resultados. Un producto malo, una marca que no cumple su promesa sin dudas pierde su capital y será castigada con un a pérdida de participación en el mercado. Pero, ¿qué sucede cuando somos buenos? Algo se vuelve claro, si somos buenos, es necesario generar estrategias que fortalezcan esta virtud. De comprador a consumidor, llegó el follower… ahora vayamos por evangelizadores El éxito de los sistemas de creencias, se basa en la confianza que estos pueden generar en sus seguidores. Las marcas pueden aprender gran variedad de puntos clave para dar un enfoque más holístico a una marca, un producto. He aquí algunos puntos que podemos retomar de estos sistemas y que incorporados a estrategias de marca nos abren a entendimientos más poderosos en la psique del consumidor. 1. Esparcir los símbolos En los sistemas de creencias, siempre han existido los símbolos. Es una necesidad por representar en un elemento identificable (para todos) nuestra idea, en aquello que creemos. Es una breve síntesis del concepto general. Una herramienta muy buena para esparcir una marca, que requiere ser transmitida en gran variedad de canales para ser percibida por público empático. Pero cuidado, mantén un control sobre donde son empleados tus símbolos. Estar atento de su movimiento a nivel social es muy importante para cuidar tu capital percibido. Durante la década de los ochentas, grupos sociales conflictivos como los hooligans, adoptaron prendas de Burberry (en concreto su icónica cuadrícula) como un código de vestimenta. Lo que no tardó en impactar su participación en el mercado de alta gama. Más tarde solucionaron este inconveniente al usar de manera más discreta su simbólica cuadrícula en el interior y pliegues de las prendas. 2. Nada como una buena historia Esta es una de las herramientas más importantes para permear el significado de nuestro símbolo. Crear una secuencia de sucesos, hitos y hechos que tengan una relación directa con nuestro concepto y símbolo es siempre muy atractiva a nivel cognoscitivo. Y es que para las neurociencias, es a través de los recuerdos como nuestro cerebro conforma la idea de consciencia. Sin memoria no tenemos un marco de referencia particular. (Es en concreto en nuestro hipocampo donde almacenamos recuerdos y experiencias, que a su vez interactúa con el lóbulo prefontral en la toma de decisiones). Y pasa que a través de la correlación (narrativa) de elementos (como sucede al contar historias, cuentos, fábulas), que nuestro cerebro se vuelve más perceptivo a los conceptos, y los memoriza con mayor facilidad. Evolutivamente pudo haber sido muy benéfico para la sobrevivencia. Caperucita roja cumplía doble función: nos entretenía a ratos, y nos preparaba en caso que tuviéramos que entrar al bosque sin la compañía de un adulto, donde los peligros, eran más comunes al entrar al bosque del siglo XVII que en pleno siglo XXI. La narrativa simplifica el entendimiento de nuestro mensaje como marca. Esparcir los símbolos y contar buenas historias son nada más el principio de una serie de elementos con que contamos para crear un entendimiento de marca más profundo en la mente de nuestro consumidor, mas adelante (en la segunda parte) podremos extendernos a nuevos puntos y referentes para comprender las posibilidades del tema.
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