Kevin Spacey no sólo es un grandísimo actor sino también una clarividente mente “marketera” que no es nada mezquina a la hora de compartir su sabiduría, a veces lacerante, con los demás. La sabiduría “marketera” de Spacey se ha prodigado en los últimos tiempos en múltiples foros. Uno de ellos ha sido el congreso Content Marketing World 2014, celebrado el mes de septiembre en Cleveland. En su intervención en este congreso dedicado al marketing de contenidos, Spacey dio a los asistentes una auténtica masterclass sobre su especialidad, el storytelling. Según el protagonista de House of Cards, el storytelling es una pócima mágica que se cocina con estos tres ingredientes: Conflicto Sin conflicto no hay historia. Y la historia lo es todo en el marketing de contenidos. Los conflictos son en realidad el corazón que hace palpitar las historias. Y no sólo eso. Los conflictos son los que mantienen en tensión al espectador de la historia. Por eso en el universo del marketing de contenidos y del storytelling en general hay que llamar a los conflictos, a los problemas, por su nombre. Los conflictos, los problemas, son en realidad una gran oportunidad para los marketeros. ¿Por qué? Porque les permiten ofrecer soluciones. ¿Y hay algo que el consumidor desee más profundamente que una solución? Autenticidad ¿Qué es ser auténtico? Básicamente ser auténtico es fabricar historias que sean del agrado del consumidor y no tanto de Google, al que los marketeros tanto se empeñan en complacer. En una buena historia es importante que el problema sea lo más veraz posible, que en su descripción el espectador pueda casi sentirlo y tocarlo. Y lo más importante, que la solución ofrecida al problema sea de verdad la mejor solución. El marketing de contenidos no se trata de camuflar la verdad sino de hallar los principales puntos fuertes del producto y “regalárselos” en forma de conocimiento al cliente. Público La tercera piedra en la que se apoya el storytelling es el público. Y el público se muere por las buenas historias. Su propia humanidad así lo dicta. Somos humanos y como tales nuestras vidas giran siempre en torno a las historias. Eso sí, para conectar de verdad con el consumidor, esas historias deben poner el foco en las personas y no tanto en los productos promocionados. Imagen cortesía de iStock
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