Este viernes 28 de noviembre es el Black Friday, un día celebrado en Estados Unidos orientado completamente al consumo, precisamente como el día de apertura para las compras navideñas. Nuestro similar en México es el Buen Fin. Ya muchos andarán muy gastados, pero en la comunidad regia a la que pertenezco, así como en la comunidad fronteriza y la acaudalada comunidad capitalina, estarán presentes en este maravilloso día comprando una gran cantidad de productos, anticipándose al gasto decembrino. A los miembros de esta tribu las denomino como «los consumidores fronterizos». Existen muchas particularidades que caracterizan a este consumidor fronterizo, voy a hacer a un lado las características obvias como el malinchismo y la fascinación por todo lo que sea «American» y a mencionar su perfil de manera anecdótica a través del relato de un típico viaje a los Estados Unidos. Empezamos con la planeación previa hecha por aquél al que le va a tocar manejar «mañana nos vamos a las tres de la mañana, no quiero batallar en la carretera». Ante esto se pone el reclamo de la señora «ay no, a esa hora está muy oscuro y ahorita las carreteras están muy peligrosas, los zetas se están disfrazando de militares y están deteniendo en retenes y secuestrando a familias, a una amiga mía le pasó hace dos semanas, le robaron todo y le secuestraron al marido» (pero eso no nos detiene de ir, ¿verdad?) Vámonos a las cinco. Ya iniciado el viaje, empiezan los planes, los sueños, «ya extendieron la franquicia, ya podemos comprar $500 dólar por persona» voy a vaciar Best Buy, Toys R Us, Target, Walmart, etc. (Aunque en realidad el vaciado va a ser mi bolsillo) Brevario Cultural.- los consumidores fronterizos no entendemos que el plural de dólar es dólares, por lo que contamos de la siguiente manera: un dólar, dos dólar, tres dólar, y así sucesivamente. Ya llegamos al puente, ya estamos en la frontera. Solamente hay como unos 200 automóviles antes que nosotros, hasta eso, no nos fue tan mal porque la fila va rápido, vamos a estar aquí atorados en este cuello de botella unas dos horas nada más. (Pero eso no nos detiene de ir, ¿verdad?) Ahora viene el interrogatorio intimidatorio y el escrutinio del oficial de la caseta. Why are you here? Where do you come from? Do you have relatives in here?? How long are you planning to stay here? Why don’t you speak english? Are you stupid? We are in the States, Sir, Ma’am, you’d better start adopting our language. Insultos, maltratos y humillaciones (pero eso no nos detiene de ir, ¿verdad?) Total, después de los insultos y la reglamentaria humillación, somos bienvenidos a comprar en los Estados Unidos. Solo para llegar a encontrarnos con la mitad de nuestros conocidos, abarrotando las tiendas, haciendo filas kilométricas, abriéndose paso a través de empujones y apretujones (igualito que en el metro) (pero eso tampoco nos detiene de ir, ¿verdad?) Ya de regreso, andamos bastante preocupados, porque obvio, no respetamos el límite de compras y ahí venimos rezando para que no nos toque el semáforo en rojo y nos revisen las maletas, ah porque claro, para disimular, sacamos los productos de las cajas para que pareciera que ya lo teníamos de hace tiempo y no es recién comprado. No nos vayan a confiscar todo, como le pasó a una Doñita que conocemos a la que le tocó en rojo y le quitaron todas sus compras (pero eso no nos detiene de ir, ¿verdad?) Ya finalmente estamos felices de regreso en nuestra casa, ¿cuál es el recuento de compras? Chocolates Hersheys (que no encontramos aquí en México) Papas fritas Lays (que es la marca Sabritas aquí) Paquetes de cocas (que aquí casi no se vende eso) Unos suéteres y unas esferas navideñas. Unas luces navideñas para el pinito. Total, al final del día con la comida, las casetas, la gasolina y el hospedaje, venimos gastando no sólo lo mismo sino más que si hubiéramos hecho consumo nacional, pero eso sí. Lo paseado, lo asustado, lo humillado y lo gastado nadie nos lo quita. ¡Felices compras!
AUTOR
Erick David Mejia Cantú
Licenciado en Marketing, Escritor y Dibujante de Cómics. Se puede decir que nunca he trabajado, por que lo que hago es tan divertido, que no se le puede llamar trabajo.
Imagen cortesía de iStock
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