Hace un par de domingos fui a un concierto en honor a Cri-Crí, la función inició con el intro de la XEW – La voz de América Latina desde México-. Al instante mi mente regresó décadas, aunque soy del 78, reviví la esencia de aquellos sonidos ¿En qué momento dejamos de ser “La Voz de América Latina”? ¿Quiénes somos ahora como país? ¿Cuál es el sentido de nuestra marca como nación? Días después escuché la última conferencia de Wally Olins; para él una marca representa pertenencia. Entrampados en el significado de nuestra diversidad, solemos definirnos enunciando nuestros vicios como sociedad o citando al disfuncional gobierno que tenemos, esta mezcolanza impide que veamos con claridad nuestra identidad. La XEW exportaba el talento mexicano; volver a ser los jefes en la producción de arquetipos culturales debería empezar por generar contenidos, historias, canciones, ideas y distribuirlos; la televisión dilapidó nuestra aportación representándonos con guiones redundantes, copias burdas y banalidad; al cabo de treinta años el resultado se nota en las nuevas referencias: el Vitor, La Voz México, las telenovelas, el Club América entre otros. Para definir nuestra marca nación, debemos buscar con fe los aspectos de nuestro comportamiento que nos hace únicos; enunciarlos con transcendencia, emoción y verdad, evitando abordar nuestra identidad desde las bellezas naturales, el lenguaje debe hablar primero para nosotros y luego para el exterior. Por raro que parezca, un estudio reciente evidenció que la marca país México está mejor posicionada que Estados Unidos, que palidece ante sus grandes ciudades como New York o Los Ángeles. Hay que empezar por explicarles a los de la Secretaría de Turismo que una marca es mucho más que un logotipo.
AUTOR
Ana del Aire
Fantasiosa, ambiciosa y loca. Dice que estudió para Publicista pero el diseño es su cama King Size, a veces se complica con los detalles para caer en un amalgama de significados medio coherentes que aplican como solución. Le encanta debatir, también leer, correr y escuchar a Depeche; pero sobre todo, sus gatos que viven en su casa y también en Levadura, la agencia que según ella es su Neverland.
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