Como comentaba en la entrega de la semana pasada las sociedades requieren de reflexión antes de concretarse; como cualquier unión, muchas veces los socios se vuelven casi familia. Tener un socio fundador es diferente a invitar a alguien una vez andando el carro. En la primera, cuando dos personas están arrancando es normal sentir esa hermosa energía motivadora de lo nuevo, pero ojo, hay que ser honestos en esto de los negocios, no solo con los clientes, también con uno mismo, no dejar las dudas para mañana sino más bien detenerse a pensar si esa persona es un “complemento/pareja” ¿A qué me refiero con esto y porqué lo pongo con un “/”? Porque debe ser ambas; pensar como tú sobre el futuro pero trabajar en áreas distintas a las que tú dominas. Esa formula tiene más posibilidades de éxito. El momento de tu agencia es crucial, si estas iniciando los objetivos deben enfocarse a la venta de proyectos que la vuelvan sustentable, un cliente que solamente compra una vez es como un “one night stand”; la recompra y las relaciones de largo plazo ponen los cimientos para crecer. En el caso de invitar a un socio cuando la agencia ya está operando debes tener claro la razón por la que esa persona es necesaria, especificar cuál será su aportación, asignarle un valor si se trata de cuentas o clientes nuevos, así como definir su porcentaje de participación. Los valores monetarios sirven para hacer comparaciones, deben ser asignados de forma imparcial. Si tu agencia esta en fase de expansión, además de lo anterior tu socio y tú deben hacer mancuerna para resolver la estrategia de crecimiento, definir bien los papeles, como decía, pareja/complemento y compartir el riesgo. El reto en cualquier caso no es menor ni mayor, hay que saber ver las diferencias según la fase en la que se encuentra la firma. En todas las alianzas es necesario mantener el foco en el todo y las partes.
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