¨La característica principal de la materia oscura suele resumirse diciendo que nadie sabe lo que es, porque nadie la ha visto¨ (Matson, John). Algo nada lejano a lo que sucede con la publicidad, a la cual la mayoría de clientes (observador) no pueden asegurar haber visto, pero aún así la mayoría de ellos no puede negar haber sentido sus efectos, ya sea en ventas, reputación de marca, posicionamiento; y demás herramientas e instrumentos que hemos inventado para comprender este desconcertante mundo de los consumidores. Por otro lado tenemos que la energía oscura, el éter que mantiene unidas a las galaxias, acelera la expansión del universo y llena el mismo vacío. Algo que encuentro muy verosímil con la labor de los publicistas, quienes mantiene unida a la, o a las empresas (identidad corporativa), acelera el crecimiento de las empresas (a partir de la gestión de marca), y llena los vacíos organizacionales (el mayor trabajo de un publicista que trabaja in house). Tanto la energía oscura como la materia oscura se sustentan matemáticamente, a pesar de que sus cálculos no son compresibles (para una gran mayoría), y se tiene que incurrir en artimañas, como una constante cosmológica. Son una verdad o una mentira que no se puede negar ¿Por qué no se puede negar? Sencillo, por su sustento cuantitativo, el valor de seguridad que los números les dan a las personas, ha sido suficiente para que un par de físicos vendan la teoría de la existencia de algo que es prácticamente inexistente, aún grupo de clientes, extremadamente escépticos. La publicidad debe de convertirse para sus clientes en esa sustancia que aunque imperceptible sea esencial para el buen funcionamiento de la empresa, y la única forma como un publicista puede hacer entendible esta sustancia a sus clientes es a partir de un sustento numerito verídico. La publicidad no puede seguir siendo para los gerentes o administradores de las empresas un ente superfluo.
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