Y no, esto no es otro post sobre coaching y lo digo a pesar que me da la sensación que cada vez que se pronuncia esta palabra se va gastando un poco más. Recuerdo el estallido de la Norma ISO en el tejido empresarial, en ese que siempre tiene una necesidad imperiosa de vender por no disponer de grandes recursos humanos ni técnicos, a diferencia de las grandes, cuyas empresas bucean en un mar donde sus competidores se convierten en predadores férreos y densos en número. A principios del año 2000 formé parte de la junta directiva de la Asociación de Consultores y Certificadores de nuestra comunidad y en esos momentos todo era ISO. Cubría todo el espectro, desde la excelencia empresarial hasta un significativo incremento de beneficios por el simple hecho de certificarse después de un proceso de consultoría de implantación. Subvenciones, participación pública y dispersión mediática formaban parte del circo. Pasados los años uno ve con perspectiva esos años de bonanza mirando los restos de esa época representados por alguna pegatina en un camión de reparto o un logo pequeño y periférico en una web. Nadie habla de ello, las ISO son historia. Cada cierto tiempo parecen surgir modas a las que todo el mundo se apunta sin tener muchos de ellos conciencia o comprensión real de qué se trata. Y parece, sólo parece, que ahora le toca al coaching. Pero no, no nos equivoquemos. El coaching no es lo mismo. ¿Era la ISO una necesidad o una prescripción legal? ¿Era un valor que aseguraba ventas? ¿O quizás un medio de fidelización o de mayor cuidado por parte de proveedores? El tiempo demostró que no, que nada de eso aunque esos fueran alguno de los argumentos utilizados en la época. Se siente en el ambiente un creciente conflicto, contradicción y gasto innecesario en recursos explicativos porque el coaching parece haberse convertido en sólo unos años en la panacea y en la profesión más fácil del mundo. Para los que hemos disfrutado de pasar por un proceso formativo y de certificación nos llama mucho la atención la ingente cantidad de profesionales del coaching que inunda nuestro tejido empresarial. La frase que ya empieza a ser un tópico es “hoy día cualquiera es coach” y esa es una mala señal porque por una parte existe un desconocimiento casi total de lo que es el coaching en sentido estricto por parte de muchos de los que articulan la susodicha. Y por otra parte porque en realidad casi cualquiera se erige como coach porque en algún momento ha tenido la ocasión de hablar delante de personas que intentaban escucharle y no sin esfuerzo, fielmente acompañado por dos vídeos virales, un Power Point con 3 citas célebres y dos anécdotas de juventud. Todo un reto, verdad. Ha pasado década y media desde las ISO y no podemos cometer el mismo error. Tenemos una obsesiva tendencia a etiquetar las cosas sin entender de qué van y conseguimos, por volumen y una especie de absurda solidaridad en prevención del miedo a ser diferente, haciendo que disciplinas de valor sean incorporadas sin más al saco de los desperdicios. El coaching es un extraordinario instrumento para la empresa actual. Es un método de retomar el ritmo después del quebranto. En 5 años el mundo empresarial ha dado un giro a nivel de perfiles profesionales, de cliente final, de estructuras de comunicación y de caducidad de modelos de negocio y estrategias empresariales. Y seamos serios con nosotros mismos, no estamos preparados para tanto en tan poco tiempo. Muchos perfiles profesionales han sucumbido ante el despertar de su verdadera competencia al pasar de recibir bonanza sin medida a tener que buscar restos en un mercado saturado. Y no tienen tiempo ni recursos propios para superarlo. Entendamos que cuando la evolución frena aparece la revolución y éste es el momento. Debemos orientar nuestras miras profesionales no a algo que cubra expediente y nos disfrace de nada sino a buscar a diario nuestra excelencia, a hacer que cada momento sea mejor que el anterior. Tenemos la clave a distancia de decisión, el coaching, el camino para que el que éramos hace unos años sea sólo una sombra a la luz del que seremos mañana. Porque en definitiva, el coaching no es lo mismo.
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