¿Por qué existen los truchos?, ¿cuál es su origen?, ¿por qué son tan importantes para el mundo publicitario? Para mi la respuesta lleva el nombre de frustración. Así es, presentas una campaña increíble a tu cliente, una gráfica espectacular, un comercial con una gran historia pero siempre existirán filtros y un proceso de “cambios”. Te suena el ponle el logo más grande, me gusta pero cámbiale el fondo y la tipografía, la foto no me mata, ¿en donde dice que nos compren?, ¿y el call to action? Ante esto surgen dos ramas: la publicidad que sabemos le servirá al cliente y que aprobará; y la que nos da plena libertad y control sobre la pieza “publicitaria” que tiene como fin ganar premios. Que ¿por qué puse la palabra publicitaria entre comillas?, muy fácil, porque estas piezas rara vez ven la luz en los medios y cuando llega a suceder es porque se pagó una pauta especial sólo para justificar el hecho de que la pieza “sí estuvo expuesta al público”. Realmente los “truchos” sólo se ven en festivales y en los libros que se hacen en los festivales. Se vuelven referencias creativas pero nunca dejarán una huella en la gente. Aclaro, no tengo nada en contra de los “truchos”, porque son un escape, nuestra licencia creativa aplicada al máximo. El único hecho en el que no concuerdo es que se le llame publicidad y que concurse al parejo de trabajos que si hicieron calle y construyeron a favor de la marca. No se me hace justo. El trabajo que yo llamo real pasó por un gran proceso, por grandes batallas y argumentos para convencer al cliente, animarlo a que se atreviera, con todo el desgaste que esto sugiere. El trabajo real dio resultados, el cliente está feliz y se vuelve un mayor creyente de la labor publicitaria. Si se gana un premio es como resultado, no como fin, la cereza en el pastel. El trucho tiene un camino más corto, sólo necesita la aprobación del Director Creativo y en su caso del VP, una pieza creativa que muy pocos verán y que no tendrá impacto entre el target de la marca. Por ello considero que al concursar, desde un inicio es trampa, un “trucho” con un trabajo real, inconcebible que compitan entre si. En mi experiencia he ganado algunos premios con “truchos”, lo cual alimentó mi ego, el de el equipo, el de la agencia y el del cliente; y por supuesto me ayudó para mi book a la hora de salir a buscar chamba. Pero cuando ganas por un trabajo real, por algo que impactó, que dio resultados, es una sensación mucho más grande, de comprobar tus talentos para comunicar, de que todo valió la pena y que ese instante de recibir el premio se resume como una gran inyección de adrenalina. Estoy a favor del “trucho”, pero en contra de los concursos que los juzgan como trabajo real. Si no sale a la calle, si no es visto por las personas, si no alimenta a la marca ¿cómo podemos llamarlo publicidad? En todo caso sería sólo una pieza creativa, nada más. ¿Tú qué piensas? AUTOR Paco Márquez Un día estudié mercadotecnia, cuando me di cuenta estaba trabajando como publicista. Otro día estaba en la agencia de alguien más, cuando me di cuenta me encontraba en la mía. Por ello creo en los saltos cuánticos. Imagen cortesia de iStock
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