Oliverio Girondo era un poeta argentino, una de los principales figuras del llamado Grupo de Florida, caracterizado por ser elitista, vanguardista y hasta surrealista. Se oponía al llamado Grupo de Boedo. En Florida estaban, entre otros, González Tuñón, Macedonio Fernández y Jorge Luis Borges; este último sostuvo mucho después que ese enfrentamiento era falso: lo habían armado para imitar el ejemplo francés y no por una oposición real. El hecho es que Girondo participó en las revistas que celebraron la llegada del ultraísmo, primera vanguardia argentina; esas revistas eran Proa, Prisma y Martín Fierro. Girondo ya había publicado dos libros de poemas, el primero de los cuales es conocido: “Veinte poemas para ser leídos en el tranvía”. En 1932 estaba por publicar su tercera obra, “Espantapájaros”, que entre otras audacias incluía un poema con forma de, claro, un espantapájaros. La tapa del libro mostraba un espantapájaros con galera y monóculo, diseñado por el pintor José Bonomi. A Girondo se le ocurrió una idea muy original para presentar el libro. Primero, realizó una réplica de ese espantapájaros en papel maché; después la colocó en una carroza de las que iban detrás del coche fúnebre llevando las flores y por eso se las conocía como “carrozas coronarias”; finalmente hizo desfilar la carroza por las principales calles de Buenos Aires, tirada por seis caballos y acompañada por lacayos a ambos lados del vehículo. La acción incluyó una suelta de cuervos (en serio). Además, Girondo alquiló un local en la calle Florida y lo hizo atender por un equipo de hermosas jóvenes. Sí, amigos: se trataba de promotoras. Tanta repercusión tuvo esta especie de “protoactivación”, que la primera tirada del libro se agotó en un mes. Durante muchos años, el muñeco del espantapájaros estuvo en la entrada de la casa de Girondo en la calle Suipacha. Hoy está en el Museo de la Ciudad de Buenos Aires, para quienes lo quieran ver. La historia fue narrada en parte por Norah Lange, esposa de Girondo y quien, se dice, tuvo un romance juvenil con Borges. Este es otro ejemplo de “caso” que hoy, y con el video correspondiente, sería furor en redes sociales y gran ganador en festivales publicitarios. Yo, por lo menos, no tengo ninguna duda. ¿Y ustedes?
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