La Publicidad es de esas ramas en las que los que la ejercen, son como sombras que se asoman sin ser percibidas. Mucho se habla del contenido que creamos, pero poco de nosotros mismos. A nadie realmente le importa a quién se le ocurrió esa gran idea, sino el valor de la misma. Al final, si a una persona le gusta una pieza publicitaria –y si tenemos suerte de que le interese el remitente- se fijará en la marca. -Coca Cola hizo un comercial… -¿Viste el anuncio de Gandhi?… Así es: somos silenciosos y escurridizos y realmente no importa mucho. Se nos paga para crear ideas brillantes, no para construir protagonismo. A pesar de eso, creo que si diéramos crédito a mentes increíbles que han pasado por el mundo de la publicidad, muchos nombres volarían por mi mente, pero el primero y el último siempre sería el de William Bernbach; mi favorito entre todos. Mucho podría decirles acerca de Bernbach (las cuentas que llevó, los logros que realizó en su agencia) pero eso definitivamente lo podrían buscar en internet e incluso encontrarían más información que yo. Estoy aquí para hablar más acerca del legado que dejó en el mundo de la publicidad, que para mí, trasciende los premios, récords o grandes ventas. Lo que Bernbach dejó, fue una filosofía tan buena, que podemos seguir aplicándola a nuestros días. Menos siempre es más Algo que siempre definió el estilo de este singular personaje, fue la sencillez de sus anuncios. Si nos detenemos a verlos, podemos observar la simpleza con los que los ejecutaba. Dicen que muchas veces, es más difícil hacer algo simple que algo rebuscado, porque la clave está en saber qué y cómo quieres decir las cosas; adornos sobran, exageraciones estorban. El cliente es primero Bernbach se empeñó en poner siempre primero a los consumidores. Él pensaba que las personas lo que menos son, es tontas. Para él, el público objetivo es alguien con criterio, voz y lógica, por lo que para convencer a alguien exigente, nos debemos forzar a hacer anuncios de alta calidad. Además, era firme creyente de que la publicidad puede ser divertida y convertirse en algo que las personas disfruten, en vez de estorbarles. Tan sencillo como la ciencia Para Bill Bernbach, si la publicidad fuera algo sencillo y predecible, entonces sería como una ciencia, porque sabríamos cuál es la fórmula para resolver el problema de comunicación. En vez de eso, él pensaba que era todo un arte crear anuncios publicitarios, porque cada caso es diferente, cada marca es un mundo y en cada producto, hay algo diferente qué decir. Follow the leader Una de las cosas que más me gustan de Bernbach, es la insistencia que tenía por dejar de seguir las reglas o modelos establecidos. Al final, ésa creo que fue la clave maestra para haber trascendido a través de los años: Bernbach no siguió los patrones de la época, fue un rebelde que decidió desafiar las leyes, para él mismo crear otras nuevas. Eres tu producto Si alguien insistió en comprender a fondo el producto con el que estamos trabajando, fue Bill Bernbach. Para este hombre, no lograrías nada si no aprendías a pensar como tu producto, fusionarte con él de tal forma que pudieras convertirte en uno mismo; sólo así, darías con el clavo. Este personaje dejó huella en este mundo, porque supo aplicar sus principios al pie de la letra, pero más que seguir un manual de consejos, Bernbach amó la publicidad y se casó con ella. Esa clase de cosas se pueden sentir en las piezas de publicidad que nos dejó como legado, que más que anuncios, debo confesar que para mí son obras de arte. Hoy este hombre sigue presente en nuestras vidas, cada que recordamos sus recomendaciones y las plasmamos en una campaña publicitaria. Larga vida a la publicidad que nos hace vibrar, larga vida a William Bernbach.
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