Hay quienes dicen que todo en la vida se gana con talento; otros dicen que son las ganas. En mi caso, no concuerdo ni con una ni con otra sino con una fusión de ambas: soy una firme creyente de que las habilidades pueden desarrollarse pero también que no es suficiente si no existe la motivación y la pasión por lograr las cosas. Hasta ahí, el camino es difícil pero creo que podemos lograrlo. La pregunta que sigue es: ¿con eso es suficiente? ¿lo único que necesitamos es mucho talento y ganas de hacer las cosas? Como mencioné en mi post de Steve Jobs, el tener habilidad para algo, aunado a echarle todos los kilos para lograr una meta, muchas veces no es suficiente. Para mí, existe un tercer elemento que es incluso tan importante como los dos anteriores y se llama saber venderse. Lo sé, suena espantoso. No, no significa que seamos cosas materiales que podemos consumir, pero al final del día, cuando tú contratas a alguien, quieras o no estás comprando una fuerza de trabajo, estás confiando en una promesa de compra; estás apostando por algo. Aquí es donde llegamos al punto complicado. En muchas ocasiones podemos tener ideas grandiosas e incluso la habilidad para llevarlas a cabo, pero se quedarán como proyectos abandonados si no sabemos cómo podemos vendérselos a los demás. Al final, lo mismo ocurre con nosotros mismos: podremos ser una chingonería de profesionales en lo que hacemos, pero los demás no lo sabrán si no sabemos comunicarlo correctamente. Entonces es cuando llegamos al punto final decisivo del asunto: los demás no sabrán qué tan buenos somos en lo que hacemos, si primero nosotros mismos no nos lo creemos. Sé que puede sonar romántico o trillado pero creo que en muchas ocasiones, esto puede marcar la diferencia entre que te contraten en algún lugar o no, porque aquel que sabe cuáles son sus fortalezas pero sobre todo de dónde cojea, es alguien que está seguro y confía en que puede desempeñar cierto trabajo. En muchas ocasiones, he conocido personas sumamente talentosas que no han sabido cómo llegar a cierto punto, no porque no sean lo suficientemente capaces, sino porque nunca creyeron en la fuerza y el potencial que tenían dentro de ellos. No fue que les negaran un trabajo, sino que ellos mismos se negaron la oportunidad de tenerlo o incluso, crearlo. Así que sí, el primer paso que debes tomar-aunque no lo creas- es aprender a venderte. Dicen que al final, nuestro juez más duro somos nosotros mismos. Una vez que sabemos en qué nos destacamos de los demás y confiamos en nuestro potencial pero sobre todo en lo que somos, lo demás viene solo. Dicen que la unión hace la fuerza, por lo que creo que todo es cuestión de unir elementos para poder lograr nuestros objetivos. Aquel que sepa venderse mintiendo en ser experto en algo, podrán contratarlo pero no durará mucho tiempo. De la misma forma, quien sea brillante en algo pero no sepa tener visión, ni siquiera llegará a ser contratado porque temió (o no supo) mostrarle al mundo de todo eso de lo que está hecho. Imagen cortesía de iStock
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