Sí, lo acepto y lo grito; soy la persona más envidiosa que podrás conocer. Nada me parece, nada me embona, nada me gusta y todo está mal si no me incluye o es mío. Soy la persona más odiosa del mundo. Me creo un sabelotodo que cree (estoy seguro) que soy mejor que los demás; el más chingón, el más listo y el más todo. Pobre enfermo de mí; pobre diva de la publicidad.Mi psiquiatra dice que tengo complejo de Narciso, ¡está loca, qué se cree! Para quienes no lo sepan o no se acuerden, en la mitología griega existió un personaje llamado Narciso; joven vanidoso y engreído que rechazaba a cuanta muchachona se le cruzaba. Hay varias versiones del origen de la maldición pero eso no importa, lo importante es que el muy cabrón se enamoró de sí mismo y contempló su reflejo en el agua hasta que se murió. Tómala Narciso. El trastorno narcisista de la publicidad, perdón, de la personalidad se define como: “un trastorno del grupo B; desórdenes dramáticos, emocionales, o erráticos”, “es un patrón general de grandiosidad (en la imaginación y en el comportamiento) que tiene como base una necesidad de admiración”. Rayos, ahora ya podemos justificar a las divas de la publicidad, paren, basta de señalarlos, tienen sentimientos y están enfermos. Pero doctora, sólo es publicidad, no sé que pasó, ¿cómo me dañé? En el reino superfluo y vano llamado publicidad, estamos rodeados de jóvenes (y no tan jóvenes) Narcisos. Narcisos everywhere. Cada agencia y cada célula tiene a sus Narcisitos; canallas obsesivos, controladores, superfluos y viles divas insoportables, ¡ay, me mordí la lengua! Personitas con las que hay que lidiar todo el pinche día. Que quieren un premio, que su idea es la más rompedora, que ellos lo hubieran hecho mejor, que si no lo hacen ellos no sale bien, que bla bla bla y un eterno bla. Cuántas ganas de ahogarlos en su espejo acuoso de irrealidad. Lamentablemente no existe un espejo de agua en el cual puedan morir por vía propia. Es triste pero lo es, hay que aguantarlos. Como sea, tienen ondita, ¿no? Y es que sin estás divas intensas que tanto amamos/odiamos, la publicidad sería aburrida y menos entretenida. No tendríamos peleas y discusiones, adiós a las cat fights, adiós a la diversión. Entremos en personaje y cuidemos a nuestros Narcisos, seamos un espejo de agua que los aviente a los brazos de sus tan preciados premios y logros, retemos a nuestras divas con ideas, propuestas y hagámoslas revolcarse hasta que vuelvan a ser vistas, hasta que consigan su siguiente premio. Porque si no las provocamos, entonces no funcionan. Y tú, ¿serás una diva narcisista de la publicidad? Según el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM IV) debes tener mínimo cinco o más de los siguientes puntos:
- Tienen un grandioso sentido de autoimportancia (o sea, es la chingonería con patas.
- Se preocupa y fantasea con éxito ilimitado, poder, brillantez o belleza ( o sea, sueña poseer todos los Cannes del mundo).
- Cree que es “especial” y único y sólo puede relacionarse con personas de alto estatus (o sea, es bestie de cliente).
- Exige una admiración excesiva (o sea, arma sus shows cuando pitcha.
- Es muy pretencioso, tiene expectativas irracionales respecto a como debe ser tratado (o sea, cuando camina no ve a nadie y tú debes bajar la mirada).
- Es interpersonalmente explotador, saca provecho de los demás (o sea, “joteale”, “ponle ondita”, “algo le falta”.)
- Carece de empatía (o sea, “Cuando termines tus pendientes, puedes ir al velorio”.)
- Frecuentemente envidia a los demás o cree que lo envidian a él (o sea, “Yo lo pude haber hecho mejor”, “No me llega a los talones”).
- Presenta comportamientos o actitudes arrogantes o soberbios (o sea, “¿Trabajas aquí?”, “A ver tú, como te llames”, “¿Yo pedí entrevistarte?” “¿Nada más tienes dos Cannes?”).
No mamar. Ya valiste, ¿verdad? Tranquilo, tranquila, ya te sabías Narciso, sólo que no tenías el dato tal cual. Ahora todas tus dudas han sido resueltas; felicidades eres una diva publicitaria. Holy shit, hazte ver. Al final de mi sesión me pare, y con absoluta certeza y confianza (como cuando presentamos ideas frente a cliente) le dije a mi psiquiatra: -No doctora, usted se equivoca, yo no soy hedonista ni narcisista, sólo soy publicista. Me di la vuelta y salí del consultorio pensando en lo poco creíble que sonaba su diagnóstico. Pobre loca. Ella está mal, yo estoy bien. Claro, si yo hubiera estudiado psiquiatría, otra cosa sería. ¿Cómo se atrevió? ¿Qué se cree? ¿Quién es ella? Ni me conoce, no sabe nada, es mi vida, por Dios que difícil es ser yo… y un eterno bla bla bla hasta que regresé y le dije: Y eso, (en caso de que lo padeciera) ¿Cómo se cura? Imagen cortesía de iStock
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