¿Quién no ha estado en alguna conversación entre publicistas en donde se generalice a los clientes con los clásicos: “es para ayer”, “no me encanta”, “quiero el logo más grande”, etc.? Pero viéndolo desde otra óptica, los clientes no lo hacen a propósito, o eso quiero pensar. Como agencia o proveedores, es nuestra responsabilidad tratar de ser el brazo derecho de esa persona que confió en nosotros. Muchas veces la gente de los corporativos trae encima a algunos semi-dioses, y tienen que protegerse con justificar cada centavo que se invierte, y esto incluye, por supuesto en el marketing y la publicidad. A veces navegan en ambientes de mucho estrés con efecto dominó. Un gerente de una marca, no solo está pensando en las campañas, tiene que administrar además, presupuestos, objetivos de venta, negociación de precios, presencia de producto en anaquel, (por mencionar algunas cosas) y lo menos que podemos hacer es que se sienta apoyado por un equipo leal. Sí, también es cierto que hay ocasiones en que las exigencias superan lo acordado y se vuelve desgastante la relación. Es ahí cuando una agencia debe decidir si se reestructura lo convenido con el cliente, o si es más saludable ya no brindar el servicio (por increíble que parezca, a veces es más negocio ya no seguir). Tratemos de ser empáticos, no es es que el cliente pierda la razón, es que necesita un socio estratégico y es ahí donde podemos hacer un gran equipo con ellos. Imagen cortesía de iStock
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