Cuando comenzaba como publicista, mis amigos, familiares y uno que otro metiche que no conocen este medio siempre me hacían esta pregunta, al punto de hacerme dudar. Hice un recuento, tenía hora de entrada pero no de salida y los peloteos siempre terminaban en videojuegos, pizzas y chelas. Cuando teníamos oportunidad de salir temprano alguien siempre decía ¿por qué no vamos a un bar o algo? Un ratito, ajá, sí cómo no, “un ratito”. Había adaptado mi mundo social a todo lo que vivía en la agencia y el ambiente de la publicidad. En realidad sí tenía vida pero no interacción con otros círculos como mis amigos de la universidad, mis primos… bueno entienden mi punto. Mi agenda estaba muy ocupada para ellos y cuando por fin nos poníamos de acuerdo al menos dos de cada tres veces tuve que cancelarles por algo que había surgido en el trabajo. No fue mi caso, pero sí vi varias relaciones sentimentales romperse porque el novio o la novia no entendía el medio de la publicidad. No niego que disfruté mucho esta faceta de mi vida y logré tener grandes amigos del ambiente que hoy en día son muy importantes en mi vida. El hecho radica en cuando te das cuenta y ves que el día no tiene las suficientes horas, en ese momento debes aceptar que las horas no son la culpa, sino la falta de equilibrio. No sólo somos publicistas, antes que nada somos seres humanos que tenemos muchas dimensiones para hacer y ser. No todo es publicidad. La libertad es la mayor fuente de creación, no nos limitemos viviendo unidimensionalmente. Somos más que nuestros puestos de trabajo, somos los sueños que nos están esperando a que les demos luz verde para vivir. Recuerda que el dueño de la agenda eres tú. Imagen cortesía de iStock
Comentarios