Es un día tranquilo en la agencia. Solo estas haciendo cambios pequeños o ajustando alguna pieza, nada complicado. Así pasas el día hasta entrada la tarde cuando te llaman las ejecutivas: Ha llegado un nuevo brief. Es una propuesta para un nuevo cliente y vamos a licitar con otras dos agencias. Hasta aquí, sigue siendo un día tranquilo. Como todo buen creativo asumes el reto y recibes con gusto el brief. Los tiempos son ajustados y el pedido es complicado, pero nada que no hayas visto antes. Luego de haber revisado al detalle el brief viene la parte divertida: El brain storming. Comienzas a soltar ideas, rutas, puntas o como quieras llamarlas. Te pones a dibujar, escribes, cuentas historias, te duermes, vuelves a escribir y cuentas la misma historia de hace un rato pero esta vez le incluyes gatos, drones y selfies para hacerla más emocionante. Luego de ese arduo proceso, y una que otra amanecida, por fin lo consigues: La idea ya es tuya. Era de esas ideas que no te dejaban dormir tranquilo. La sentías en tu cabeza pero no sabías cómo llegar hasta ella. De pronto –mientras tomas una tasa de café o lees listas de buzzfeed- llega la idea. Y tú, ni corto ni perezoso, no la dejas pasar, la atrapas y la plasmas en tu cuaderno. Ahora que la ves escrita te enamoras más de ella. Pero tu trabajo no queda ahí, ahora toca pulirla y ponerla más linda aún para que tus directores también se enamoren de ella. Con todas tus cosas listas vas a presentar la idea. Como esperabas, ésta enamora a todos. Al final de la reunión sale más linda que nunca. Ahora toca diseñarla para que termine de enamorar al cliente. A pocos días del dead line –digamos dos días- el diseño y la presentación están a un 75%. Todo va bien. Las piezas van quedando lindas y respiran los lineamientos de la marca. ¿Qué podría salir mal? Que esa linda idea de la que todos se enamoraron ya se había hecho antes. Resulta que un diseñador de otro equipo ve de casualidad lo que estás haciendo en la computadora y comenta que ya lo había visto antes. En ese momento se oye un grito en la oficina y todo tu equipo se pone a buscar en internet esperando que sea una equivocación. Pues resulta que no. La idea ya se había hecho antes. Con el corazón hecho trizas no tienes de otra y descartas la idea. Quizás no era igual, el diseño era feo, era para otra categoría, pero en el fondo era lo mismo. No podías usar esa idea. A veces pasa que llegas a una idea que quizás otro creativo en alguna parte del mundo ya hizo. Nunca tuviste la intención de copiar nada, simplemente llegaron a lo mismo. A veces pasa. ¿Qué hacer para que no pase? Ver todas las referencias posibles. Si ya tienes la idea tómate el tiempo para buscar en internet y saber si ya se hizo. No hay nada más horrible que sacar al aire una idea repetida y que todos los que estamos en el medio pensemos que es un plagio. ¿Cómo termino la historia de arriba? En dos días se salvó el proyecto. Utilizamos una de las ideas que se quedaron en el tintero y se diseñó. Mucho café fue necesario para llegar con la presentación lista. No era lo que queríamos pero igual lo presentamos, el resultado fue el esperado: No ganamos la licitación. No pondré que nos fue excelente y somos una agencia maravillosa, no siempre ganas las licitaciones. Pero esta vez no fue por una mala idea, fue por no haber revisado si la idea ya se había hecho antes. Aquí la historia hecha video
Imagen cortesía de iStock
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