Los seres humanos somos justo lo que probablemente a algunos no les emociona, SERES SOCIALES, y es que de las cosas que más admiro es la complejidad del comportamiento humano. Si echamos un vistazo hacia atrás sabremos que no es algo característico de algunas generaciones, desde el inicio de los tiempos hemos actuamos de acuerdo a como las circunstancias van cambiando a nuestro alrededor. Para términos de publicidad y mercadotecnia (aunque no son las únicas áreas) entender el comportamiento humano es de vital importancia, conocer hasta el tuétano de nuestro consumidor nos da ventaja. Es como un noviazgo, si nos dedicamos única y exclusivamente a saber quiénes son, cuáles son sus intereses, dónde les gusta pasar los ratos libres, qué les preocupa y hasta qué los hace cambiar de opinión, probablemente podríamos robarles el corazón. Actualmente se ha vuelto más sencillo ponernos en los zapatos del consumidor, pues existen muchos canales de conexión, de opinión y pensamiento al aire libre, sin embargo, al mismo tiempo, estos mismos canales han hecho cada vez más complejo e inesperado sus actitudes. Imaginemos nuevamente la relación que les comentaba en un inicio, cuando quieres enamorar a alguien no solo basta con tener la intención de conocerlo, siempre es importante mantener una comunicación efectiva. Parecerá absurdo pero hasta los neandertales del Paleolítico, necesitaron entablar una serie de códigos, gestos y maniobras estandarizadas para entender un “tengo hambre”, “un hace frío” o un “soy el que manda aquí”, siempre en manada (sociedad) y bajo la ley de más fuerte (gobernante). Lo importante aquí es que el mensaje no se debe quedar tan solo en el receptor, la mejor parte viene cuando hay una retroalimentación, finalmente a nadie nos agrada hablarle a la pared, la comunicación se enriquece con el ir y venir de ideas. Y aunque no descubrí el hilo negro, para lograr una comunicación efectiva en cualquier área que tenga que ver con seres humano (ósea ¡TODAS!) Necesitamos sentarnos a su lado, escuchar que piensan y entender en qué lugar del planeta tierra se encuentran parados. Necesitamos contextualizarnos, entendernos social, político, económico, en educación y emocionalmente. Darwin lo describió sobre una base de evolución a nivel materia, pero si lo trasladamos sobre un contexto de evolución actitudinal, suena muy similar: “En la naturaleza hay una gran diversidad de seres vivos y en cada especie hay poblaciones cuyos individuos tienen pequeñas variaciones en sus características, estas variaciones no son “buenas” ni “malas”, en principio, pero situada esa población en determinadas condiciones ambientales, unas características darán ventajas y otras desventajas, para sobrevivir, ocurrirá una selección natural de los individuos con las características que mejor se adopten al medio” Charles Darwin Imagen cortesía de iStock
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