La confusión que genera a muchos el concepto innovación hace que desvíen la mirada de su foco y que equivoquen el camino. Y se equivocan para mal porque no entendiendo el sentido de innovar pierden ventaja competitiva y oportunidad de negocio. Si buscamos su significado nos aparecerán, sin duda, decenas de definiciones distintas, a cuál más válida porque han sido escritas con conocimiento de causa, pero ese maremágnum de definiciones no suelen acarrear más que intoxicación de información, la famosa infoxicación para los que disfrutan con palabrejas de reciente acuñado. Y no dejamos de buscar intentando encontrar una mejor. Si vamos a lo simple, aplicar el sentido común nos permite acometer muchos aspectos de nuestra vida personal y profesional y si nos echan una mano, aún más. En cierta ocasión escuché o leí, en realidad no lo recuerdo, que la innovación es coger algo que funciona, mejorarlo un poco y hacer que funcione mejor o, al extremo, de forma distinta y que además nos aporte valor. La simplicidad es hermosa aunque poco usada. La famosa Navaja de Ockham habla en expreso de ella indicando que dentro de varios escenarios posibles, el más simple es casi con toda probabilidad, el real. Si vemos humo en un bosque, es mucho más probable que haya una hoguera o un incendio que el accidente de una nave alienígena. ¿Y por qué hablamos de la simplicidad? Porque en muchas ocasiones es la base de la innovación, es la clave de esos giros del destino que permiten que un teléfono móvil pueda manejarse tocando directamente la pantalla. Pero tampoco hace falta ir tan lejos. En la empresa, en nuestro día a día, podemos innovar y ello repercutirá en el rendimiento propio, del equipo y de la empresa. Y sí, podemos innovar. No volvamos a complicarnos acudiendo a la confusión. Es muy corriente pensar que la innovación es tecnología. En realidad no, lo que no significa que la tecnología no sirva para innovar. También se piensa que la innovación sólo es para grandes empresas, de ahí la pérdida de potencial de negocio por parte de las menores al no ser conscientes de su error de apreciación. El desconocimiento siempre tiene un coste. El ser humano tiende a alejarse de la Navaja, tenemos tendencia a creer lo complicado y lo que curiosamente es falso muy por delante de lo verdadero. Nos encanta pensar que lo real es precisamente lo complicado porque eso da mucho más que hablar que lo simple. Pero todo ello no es rendible ni rentable para la empresa. Si queremos ser eficientes y que la empresa nos sienta como eficaces, es necesario innovar. ¿Cuántos os quejáis de que no tenéis que trabajar más de 8 horas? Y lleváis razón, es justo y digno pero debe ser real. Si vuestra productividad llena las 8 horas, nada se os puede recriminar pero si no buscáis la innovación en vosotros mismos, no rendiréis. La Navaja de Ockham debería ser dogma en la empresa, deberíamos disponer de su sentido siempre que necesitemos actuar en análisis y ejecución. Muchas empresas creen que disponen de equipos cuando están trabajando con grupos. La carencia de liderazgo, de objetivos y de procedimientos que ayuden a desarrollar tareas es más común de lo que pensamos. En otros post he acudido al comentario que ser el país con más horas trabajadas y menos rendimiento global es un severo quebranto a la lógica empresarial y un insulto real al trabajo. Si innovamos podemos aplicar cambios a un grupo de profesionales para intentar convertirlo en un equipo competitivo, es coger lo que funciona de él y retocarlo para que funcione mejor, incidiendo a la vez en los puntos de corrección en zonas de error para que el conjunto entre en producción y genere mayores y mejores resultados. Porque el ser humano es complejo, gregario y sedentario y cuando encuentra rebaño, se esconde en el centro. ¿Internet nos absorbe tiempo de nuestro trabajo? ¿Nos hemos suscrito a un número insondable de boletines pensando que recibiéndolos seremos mejores? ¿Dedicamos 5 minutos a cada tarea porque pensamos que haciendo seis a la vez seremos más eficientes? ¿Somos alargadores natos de reuniones porque la falta de ideas nos convierte en abejas que van de flor en flor en un prado sembrado de anécdotas, chismes y muchos “me han dicho que si…”? ¿Son esas pérdidas de tiempo nuestro “argumentario” para decir que vamos a tope, que no tenemos tiempo de nada? Esas preguntas se alejan de la simplicidad y el sentido común. Y podemos innovar en cada una de ellas, podemos detenernos a pensar de forma simple y clara qué estamos haciendo con ellas y hallaremos, sin duda, una solución tallada por la Navaja. Cuando pienso en simplicidad e innovación mi mente siempre acaba aterrizando en el corazón de una selva amazónica, en el núcleo de cabañas de una tribu alejada de lo que nosotros llamamos civilización. Esas personas, con los mismos 23 pares de cromosomas que nosotros, con sus emociones y esperanzas, viven a diario con la Navaja, cortando sus días en una innovación constante. Carecen de prácticamente todo, en ocasiones no necesitan ni ropa pero son capaces de vivir y sobrevivir superando adversidades y accidentes. Por ello debemos llevar la Navaja con nosotros, debemos apelar a la simplicidad y ello nos permitirá ser mejores que ayer. Guillermo de Ockham postulaba que “no hay que suponer una pluralidad sin ser necesario”, en línea con la simplicidad de su concepto de la Navaja. Porque Ockham también innovó, porque su aportación a la realidad de la vida ha permitido a muchos cogerse a ellos mismos, corregir su perspectiva y convertirse en mejores personas y profesionales. Y todo por entender que innovar es abrazar la sencillez.
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