Nunca he sabido a ciencia cierta qué se debe de hacer con todas las ideas que no son aprobadas por los clientes, o peor aún, qué hacer con las ideas que si son aprobadas, pero nunca llegan a ser ejecutadas. Por cada idea que hemos llegado a elaborar, construir, nutrir, y esta comienza a dar sus primeros pasos para llegar a ser un poster, radio o comercial de televisión, existen veinte que fueron rechazadas, olvidadas y cuál espartanos defectuosos, desechadas. Pero entonces, qué se hace con ellas ¿se van al cielo de las ideas rechazadas? Qué se le dice a los creativos y artes que vieron crecer esa pequeña idea y compartieron desveladas, fines de semana y una que otra pizza con ella, que se fue a una granja donde será feliz al lado de otras ideas donde hay empresas y clientes si sabrán apreciarla. La pregunta sigue aún en el aire, y no estoy seguro que en este caso reciclar sea una buena práctica. Aunque he conocido creativos y diseñadores que quieren vender a otro una idea o diseño rechazado, no sé si es porque les gustó demasiado o solo por orgullo, pero a pesar de haber sido repudiada por otro cliente su idea debe ver la luz, se vuelve algo personal, sin importar que tanto tengan que forzarla para que embone, lo único es que viva, que abra las alas y surque el cielo… Aunque creo que lo peor que te puede llegar a suceder es no saber qué hacer con aquellas campañas que han sido aprobadas. Se han generado todos los textos, los artes y aplicaciones, las versiones digitales y los otros cuarenta y tres medios; ya está listo el guion con talentos, director y casa productora, en ese momento, ves como la ejecutiva deja caer el teléfono, ni siquiera lo cuelga, simplemente lo deja ahí literal y metafóricamente colgado, mientras la vez correr por el pasillo hacía la oficina del director general. Silencio. No tiene nada que ver con cuestiones monetarias, ni de rechazo, la idea les encanta, solo se cambió de dirección, la idea se queda olvidada como una caja en un rincón del ático, y no es por falta de querencia, simplemente a la hora de la mudanza nadie se preocupó por revisar si había quedado algo en el ático. Silencio. Sin embargo, yo sigo sin saber qué se hace. Cuál es el protocolo. Las ideas, como los amigos, van y vienen, y como con amigos de antaño, te encuentras con ideas escritas en cuadernos de la carrera o de hace varios años, cuando eras junior, las ves con orgullo y ternura al mismo tiempo, así como con un poco de nostalgia, y te das cuenta a través de esas ideas de lo inocente que eras; no nos vayamos tan lejos, cuando lees tus notas de hace apenas un año, esas llenas de garabatos y dibujos que mientras lo haces te dices a ti mismo, “esta idea no es tan mala, ¿porqué no se habrá elaborado?” Entonces recuerdas al cliente que al final del día, después de querer su logo más grande, se queda con la idea safe, la que no implicaba ningún riesgo, la que el propuso y le dio su sacrosanta bendición. No queda más que seguir y seguir, ya sea que recicles o abandones y envíes tus ideas rechazadas al cementerio, una cosa es evidente, la creación debe continuar, debes mantenerte funcionando y generando nuevas y mejores historias cada día. No nos preocupemos de esas ideas que han sido rechazadas, ocupémonos, perdemos demasiado tiempo buscando que nos acepten “la idea perfecta” en lugar de construirla. Imagen cortesía de iStock
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