El término “Denominación de Origen Controlado” alude a un tipo de registro marcario en el que un producto local, que cumple con un número de requisitos indispensables, obtiene una designación que lo protege de terceros, que pretendan su apropiación intelectual o comercial; sin embargo, las siglas que se usan en el título de esta nota no pretenden aludir al término explicado antes y al mismo tiempo, sí; veamos: Cuando determinado equipo de trabajo desarrolla estrategias de marketing, con frecuencia lo hace sobre la base de alguna mezcla de marketing, estructurada casi siempre siguiendo los esquemas tradicionales: las cuatro “P” o alguna adaptación; algunos, más osados, buscan confrontar la realidad del mercado siguiendo teorías “más novedosas” como la de Koichi Shimizu de las 7 “C” que aborda al marketing desde una perspectiva colaborativa e integradora y no de manera tan marcial; pero tarde o temprano, la planificación de marketing tiende a convertirse en un juego de rutina, basada en un patrón ya pensado y digerido. ¿Qué pasaría si más mercadólogos adaptaran menos y crearan más? Quizás, el primer impacto sería un caos; las escuelas de mercadotecnia no encontrarían tiempo ni espacio para formar relevos con tantas fuentes de información y enfoques tan coincidentes, pero también, originales; de seguidas, seguro habría que reordenar el gremio, establecer una Academia que regularía la cantidad de ofertas perceptuales y con mucha certeza, esto tomaría por sorpresa a muchas comunidades, lo que se traduciría en un retraso con relación a otras, se pondrían en evidencia fallas en las escalas educativas de algunos países, lo que también representaría pérdidas para el gremio; finalmente, después de todos los reajustes, tal vez los esquemas se repartan y sí, los avances logrados se convertirían en nuevos métodos rutinarios para adaptarse a realidades contrastantes; pero si el ejercicio se invierte y se escojen menos mercadólogos que adapten menos y creen más, los resultados pueden ser distintos, pues los aportes, reducidos y controlables por el mismo mercado, serían más digeribles, rentables y tal y como ocurre con las denominaciones de origen controlado, no perderían su origen, levantando hitos claves en el crecimiento del marketing. La idea no es recurrir a la rebeldía profesional ni a la crítica de la razón mercadológica por capricho, sobre todo, si hablamos de Latinoamérica, sino admitir que es necesaria una profunda revisión de las fórmulas empleadas en la región y con esto, capacitar al gremio para la observación de otros elementos presentes en el mercado subcontinental; se trata de encontrar los punch que hacen falta para penetrar en los nichos que desobedecen la norma del ingreso o la del consumo aspiracional; en un caso inusual, Venezuela, hay productos que, sin estar en anaquel, siguen siendo preferidos por el público como también otros que sin estar en ningún medio masivo, por estar en anaqueles, son los más consumidos; en Latinoamérica hay lenguajes propios y audiencias muy complejas, variables nacionales que hacen hoy por hoy que productos concebidos en un país no accedan tan sencillamente a otro, incluso vecino, por lo que hay que empezar a proteger, además de nuestros productos enorgullecedores, las metodologías para universalizarlos y para esto es indispensable, comenzar a pensarlas, esta generación puede asumir esa responsabilidad, sin duda. Imagen cortesía de iStock
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