Cuando la marca femenina Kotex hizo en 2012 la primera campaña con Pinterest denominada «Women’s Inspiration Day», no imaginaba ser caso éxito 5 años después. Simplemente enviando 50 kits de regalo a 50 mujeres basados en sus perfiles de dicha red social, obtuvieron 2.284 interacciones y 694.853 impresiones de marca. Y todo apelando a las emociones. Este caso de éxito demuestra que con creatividad, emociones y el adecuado canal de difusión se pueden obtener resultados extraordinarios con inversiones muy alejadas en cuantía de lo que cabría presuponer si se buscase, en origen, el resultado obtenido. Hemos hablado en ocasiones del marketing emocional y lo que puede significar para una empresa. Sin embargo las empresas siguen estancadas en un vacío de conocimiento, incomprensible y a la vez auto obligado, que las induce a seguir haciendo las cosas como siempre, sin dedicar tiempo a entender qué les puede aportar la temática social meditada. Se habla mucho de los planes estratégicos en empresa como eje tractor de desarrollo. Se habla mucho de las decisiones estratégicas que son las que conducen a la empresa a crecer. Pero nadie habla de qué significa diseñar una estrategia ni si lo están haciendo bien. Por definición, la estrategia es una serie de acciones muy meditadas, encaminadas hacia un fin determinado. Meditadas y fin determinado, dos rasgos de la definición que le dan vida y hacen que muchas empresas adquieran conciencia que sus planes de desarrollo no son estratégicos y que las decisiones que toman, tampoco lo son. Vivimos tiempos en los que la empresa tiene poco o tiempo, en ocasiones ni lo tiene ni lo busca, para meditar nada. Y a la vez su fin determinado no es otro que vender, vender y ganar más dinero que el año anterior, que el trimestre anterior, que el mes anterior. Esa carencia de determinación en objetivos globales y la urgencia de cumplir el único objetivo marcado por el rendimiento económico, envuelve al tejido empresarial en un manto de tinieblas que lo oscurece todo. Las personas dejan de serlo en la empresa para convertirse en mano de obra. Los clientes pasan a ser una pura fuente de ingresos con independencia de sus intereses o satisfacción final. Los proveedores se convierten en enemigos del tiempo porque nuestra venta es más rápida que su entrega y el conjunto se contamina y se vuelve tóxico para propios y extraños, convirtiendo a los propios en extraños y a los extraños en invisibles. Pero las personas están ahí. Dentro y fuera de la empresa, manteniéndola, rodeándola y esperando recibir cariño de ella. Entonces, ¿qué podemos hacer para convertir nuestra empresa en un motor social?: 1.- COMPRENDER LAS EMOCIONES. Aunque todos tenemos, en la empresa no todos las entienden y muchos menos las usan para conectar. Hace lustros que se habla de Responsabilidad Social Corporativa o Empresarial pero hace el mismo tiempo que el núcleo esencial empresarial del motor económico, las pequeñas y medianas empresas y las microempresas, echan balones fuera excusándose con el clásico «esto es sólo para empresas grandes», lo que en verdad esconde ignorancia, desidia y falta de interés por las acciones de temática social. 2.- COMPRENDER QUE SOMOS MEJORES CON ELLAS. El primer paso para solucionar un problema es ser consciente de que lo tenemos. Por igual, el primer paso para gestionar las emociones en empresa con proyección activa es saber que las tenemos y están ahí para usarlas. No seamos ignorantes, no nos aventuremos en el mundo de la mediocridad empresarial, no queramos demostrar lo que no somos o mostrar lo que no hacemos. Si entendemos las emociones, entendemos que con ellas somos mejores. Lo demás, es falacia y mentira que acaba minándonos a nosotros mismos y a nuestro negocio. El empresario que se perfila como aséptico y ácido, alejado de las emociones, para dar a entender que es un empresario de éxito, no acierta en sus apreciaciones. 3.- PLANIFICAR UNA ESTRATEGIA EMOCIONAL SOCIAL. Meditar y tener un fin determinado. No importa la complejidad, duración o recursos incorporados. Recordemos que 50 kits enviados por correo generaron casi setecientos mil impactos de marca. ¿Por qué? Porque fue una campaña meditada y con un fin determinado. Obviamente el resultado pasa por lo capacidad creativa de la campaña y por el público objetivo implicado para su ejecución. Pero cuando se quiere, se puede. En verdad, no hay excusa. 4.- QUERER VIRAR HACIA EL CORAZÓN. Ser conscientes que somos personas y que otras exactamente iguales que nosotros, por razones que sólo la vida conoce, estás viviendo en riesgo de exclusión social o sufren algún tipo de discapacidad, enfermedad crónica o secuela de accidente. Nosotros tenemos el corazón, un corazón agradecido por lo que tenemos y la fuerza de una empresa que se perfila como motor social generador de acciones y recursos para cubrir carencia de terceros. Tenemos el corazón, sólo falta que nuestra empresa vire hacia él. 5.- SER FELICES CON CREAR FELICIDAD. Como objetivo de inicio, como guía de desarrollo y como fin determinado. Ser felices creando felicidad se convierte en un ciclo feedback como el del etileno con la fruta. La fruta madura desprende este gas que, al ser absorbido por ella misma provoca que emita más, desencadenando así el proceso de maduración, un proceso irreversible una vez iniciado y activado al desprenderse la fruta de su matriz de crecimiento. Lo mismo ocurre con la felicidad en empresa y como empresa. Cuanta más felicidad creemos siendo felices, más felices seremos para seguir creando felicidad. Las empresas, con independencia de tamaño, sector, facturación o encuadre geográfico, tienen en sus manos la posibilidad de convertirse en un motor social, en un modelo viable para ayudar a otras personas que carecen de muchas cosas que los demás ni atendemos. La generación de proyectos sociales en empresa sale del corazón y va mucho más allá de un modelo dinámico tendente a diseñar una nueva ética empresarial llamada Responsabilidad Social Corporativa. Y sí, se obtiene beneficio, se obtiene rentabilidad y se obtiene crecimiento. Es el nuevo salario emocional, la nueva estructura creciente basada en las emociones que dota a nuestras empresas de un valor que va más allá de los Consejos de Administración y de las charlas de nuestros Gerentes en los networking semanales. La gestión de las emociones en empresa ha llegado para quedarse.
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