«Llegué a la conclusión de que para vender harina y juguetes, debes hacer sonreír a tu público». Lo dijo JURGEN KLARIC en uno de sus libros que más me ha impactado “estamos ciegos” en dónde la discusión central se fundamenta en que las ventas de los productos actuales se basan en su esencia per se, más no en la experiencia que brinda la compra de aquello. A pesar de miles y miles de estudios antropológicos, sociológicos y de conducta que se encuentran de manera GRATUITA en Internet, no hemos sido capaces de captar 100% la atención de aquellos que nos interesan de verdad. ¿Por qué? Para poder hacerlo, tenemos que SONREÍR. Para cautivar a nuestros prospectos, debemos SONREIR. Para entrar en ambiente en una conversación, debemos SONREIR. Para cautivar esos bellos ojos que tenemos en frente, por obligación tenemos que esbozar una SONRISA para que el momento capture la gracia que nos llena de atracción. La mayoría de mercadólogos piensa que pautar en cualquier medio 360 grados es efectivo. En ciertos momentos y para ciertas industrias lo es, pero si queremos generar engagement y una relación comercial a largo plazo, que no se nos olvide en cada visita que hagas, SONREÍR. ¿Por qué? Porque cada presencia que tengamos será recordada por la actitud que tuviste en el momento de presentar el producto y, sobre todo: la dimensión de la sonrisa que lograste perfilar. Es tan sencillo como enamorarse de alguien. En promedio, las mujeres se dejan llevar por la sonrisa de un hombre. Pero en los laboratorios de Jurgen se llegó a la conclusión que el 85% de las mujeres que se enamoran de alguien lo hacen de manera subconsciente. Y, además de eso, adivinen cual es el factor decisivo para tomar la decisión de establecer un vínculo psicoafectivo… ¡LA SONRISA! Señores (y señoritas), en un mundo tan comercialmente competitivo, debemos continuar marcando la pauta y no quedarnos en el camino. Las marcas caen en letargos debido a que experimentan un incremento sustancial en sus ventas por obra y magia de su última campaña, pero no tienen en cuenta el impacto real que tuvo para que todas esas personas tomaran esa decisión. SONRÍE. Si lo haces, vencerás los miedos de la persona que duda de ti; convencerás a aquel dubitativo que aún no se convence de ti, y de paso, conquistarás una relación comercial que durará muchos años. Recuerda que todas las personas compramos por miedo, y si nos extienden la mano cuando accedemos a la transacción comercial y miramos fijamente a los ojos diciéndole “se lleva un producto de calidad” la caja registradora sonará más veces de lo normal. Dile a tu cliente que estás acompañándolo en cada momento; declara a tu competencia que eres el líder no por tendencia, si no porque entiendes la personalidad de tu cliente; manifiéstale a tus asociados que es el mejor momento para brindar momentos de verdad inigualables, que saquen miles y miles de carcajadas y que queden plasmadas en el corazón de cada persona que dio su voto de confianza hacia la marca y sacó el mayor provecho de su producto. Y por último, ¡SONRIE, YO INVITO! Imagen cortesía de iStock
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