El momento de gloria de todo meme es efímero. Casi imperceptible para todos los que no están sumergidos en las redes sociales y el internet a cada momento de su día. Y llegan por temporadas, por la noticia del momento, por el suceso de impacto, tanto en el ámbito nacional, como en el global. Apenas hace unos días, México dio de qué hablar por la re captura del criminal más buscado del mundo. Joaquín Guzmán, alias “el Chapo”, fue capturado por fuerzas del ejército y bueno, la nota no tardó en ser la más popular, no sólo en las redes sociales nacionales, sino que todo el mundo, durante un días enteros, sólo hablaba de este personaje. Y si, el humor mexicano no se hizo esperar y vaya que los memes fueron graciosos, atrevidos, hasta retadores, no sólo hacia la narcocultura, sino para el gobierno federal, el secretario de gobernación. Ni el mismo Presidente Peña Nieto se salvó de dos que tres ocurrencias (y mejor ni de sus respectivas piñatas hablamos…). Pero lo que sí me causó una risa interminable y un asombro que continúa hasta hoy, es la velocidad con la que aquellos personajes que nunca aparecen en el reflector… encontraron una oportunidad de brillar. La camisa que viste El Chapo en una de las fotos publicadas por la revista Rolling Stone, a quien otorgó una entrevista exclusiva a través del actor norteamericano Sean Penn, se convirtió en una sensación en el mundo de la moda. “Los teléfonos no dejaban de sonar; los pedidos son de varias partes de Estados Unidos, pero sobre todo de México”, indica Sandra Mancilla, dueña de una tienda ubicada en Maple Avenue, en Los Ángeles. Y ni qué decir de todos esos vivillos que más se tardaron en contar el dinero que en copiar el modelo y comenzaron a distribuirlo en redes sociales, aprovechando la popularidad del desventurado personaje. Hacen su agosto en pleno enero. Las oportunidades las pintan calvas y vaya que de no estar al pendiente de las redes y las noticias, estos hombres y mujeres de negocio han mostrado que sólo basta con tener un golpe de suerte para que sus arcas crezcan y las cajas registradoras suenen y suenen y suenen. Ahora sí que todo se lo deben al Gobierno Federal. Sin su arduo trabajo de rastreo y captura, la popularidad de la prenda jamás habría llegado tan lejos.
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