Las organizaciones modernas, aprecian con mayor serenidad los fundamentos que aseguran la base de los negocios, con la libertad de adoptar una orientación hacia las ventas o una hacia el marketing: lo cual traza sus prioridades en términos de competitividad y resultados esperados. Esta elección es fundamental, pues se ha comprobado que de la validez del mercadeo depende el éxito de las ventas. Sobre ello, la historia ha sido clara en demostrar la importancia de basar los esfuerzos y los procesos administrativos, en una planeación estratégica orientada al marketing, es decir, una en la que se profundicen las necesidades, las expectativas de los clientes e incluso la ampliación de la oferta de acuerdo a las proyecciones en el tiempo. Al retomar los cuadernos de la historia, el panorama internacional nos ofrece un “documental accidental” cuyo lanzamiento se dio en medio de las ráfagas de las guerras mundiales, algo que se ha denomina “la era de las ventas”. Es así, como en la primera mitad del Siglo XX, se reveló un auge de ventas causado por la Segunda Guerra Mundial, en la que los Estados Unidos de América (United States of America) concentró su potencial industrial en atender las necesidades de las tropas en combate; por las implicaciones de la guerra, muchas de las fábricas europeas fueron destruidas (eliminándose la competencia) dando paso a la escasez de productos y logrando una contracción de los mercados. Dada la significante capacidad productiva, los empresarios debieron definir una estrategia en la que sus productos fueran comprados, de ahí que se generó la selección esporádica de vendedores, con dominio de conceptos base que aseguraran como fuera, el cierre de ventas; algo que no fue sostenible en el tiempo, pues este interesante panorama cambió con la aparición de nuevas alternativas, que dieron mayores posibilidades de elección a los potenciales clientes. Se incrementó y dio valor a la competencia en los mercados, sobre todo con la llegada de productos venidos de países ventajistas a regiones puntuales de la economía internacional. Más adelante se empezó un nuevo capítulo, el mundo recibió la era del marketing, con el posicionamiento de conceptos como la calidad, la relación de precios y la elección de los clientes según sus intereses frente a un producto o servicio. La presión de los cambios, llevó a las empresas a investigar para identificar los mercados y buscar la fórmula para encantar a los clientes, superando la simplicidad del acto de vender y recibir dinero. Esta nueva realidad, mostró una paleta de mercados segmentados que ofrecieron más y mejores apuestas teóricas, además del surgimiento de ilustres personajes que apadrinaron el marketing, hasta delegar en la historia los pensamientos de un mundo virtualmente tendencioso, en el que abundan las oportunidades para los que piensan y se proyectan con fundamento. Las viejas estanterías de productos ubicadas en los inicios de la historia, hoy relucen en los mercados del mundo presente, para abocar por un marketing eficaz que encante a los clientes; sin desconocer la importancia de las ventas y de los vendedores, pero que de manera natural anteponga las necesidades de los clientes por encima de las supersticiones de medirse por volúmenes de ventas. No perdamos el encanto… nos leemos pronto. Fuente imagen: Shutterstock
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