Es bien sabido el dicho que dice que “el cliente siempre tiene la razón”. Pues… si. Y no. Hace años, el cliente y la agencia crearon una época de oro en la industria nacional, misma que se perdió, tergiversó y mutó en un monstruo en donde el cliente espera resultados milagrosos en un mercado poco competente y basado en abaratar costos para ganar cuentas. Por ello, enlisto a continuación 7 puntos de los errores que cometen los clientes al día de hoy. 1.- Pésimos Briefs. Una orden a medias otorgan resultados de la misma calidad. Es nuestra tarea ser creativos, pensar fuera de la caja y bla bla bla… pero tú, como cliente, debes saber qué es lo que quieres, cómo lo quieres, cuándo lo quieres, dónde lo quieres y cuánto tienes para realizarlo. Y si lo puedes dejar por escrito, en algún formato, sería genial (consejo: una servilleta no es un formato). 2.- Proyectos Fantasma. Imagine haber competido con varias agencias para el lanzamiento de un producto; haber invertido varias horas en pensar en la acción correcta, los materiales exactos, el hilo conductor, el concepto, etc. Imaginen que, una semana después, el Brand manager indica que ya ganó el proyecto y que sólo es cuestión de días para que el proyecto comience. Y, de repente, el proyecto se cancela por que el Director General jamás había aprobado que se lanzara producto alguno en primer lugar. Perdió tiempo, dinero y esfuerzo en un proyecto que “hubiera estado bien padre, pero mi jefe al final no lo autorizó”. 3.- Abuso de Pitches. Hoy en día varias compañías invitan a pitchar proyectos de $30,000, ¡es el colmo!, las ideas cuesta y no se venden de a kilo y muchas veces los clientes no entienden esto. Tengamos respeto por los demás y valoremos el trabajo de la agencia que hace lo mejor para dar un delivery de calidad, esto se debe de valorar y tomar en cuenta. Hay proyectos en donde invitan a mas de diez agencias. ¡No se vale! 4.- Castigar presupuestos. El cliente dice tener 10. Aceptas; comienza el proyecto y te avisa que ya sólo tiene 8. Continúas; se avecinan gastos pesados pero al cliente sólo le aprobaron 7, de los cuales prefiere usar sólo 6. Te aprietas el cinturón; estás a días de que se realice el proyecto, pero el cliente tiene cambios, pues cree que puede aprovecharse mejor el dinero, pues ya sólo le quedan 5. Entras en pánico. Ah, pero eso sí, nomás no ve que la calidad tenga los 10 originalmente invertidos, por que te va como en feria. 5.- Exigencias Vs Pago. Eres el cliente y tú sabes qué es lo que quieres. Yo soy tu agencia y estoy para ofrecerte soluciones y servicio por el que pagas. Pero no soy el chef para calentarte el café que olvidaste que tenías que tomarte por la mañana; no soy niñera para pasar por tus hijos a la escuela; no soy técnico en elevadores para rescatarte de un ascensor descompuesto; no soy TicketMaster para conseguirte boletos para eventos que yo no tengo nada que ver; no soy chofer para llevarte de un lado al otro de la ciudad; no soy cerrajero para estarte abriendo tu puerta cada vez que olvidas tus llaves cuando te vas de copas con tus amigos; no soy una hotline a la que puedes llamar a cualquier hora de la noche para que te resuelva dudas (para eso tuviste todo el día…) Ahora que si quieres pagar los honorarios que todo eso implica, entonces hablemos de negocio. De lo contrario… ¡No abuses! 6.- Robo de Ideas. Uno esperaría que en la industria de la creatividad, nuestras ideas inspiren a otros creativos y, más allá de copiarlas, las mejoren y las hagan suyas. Al fin y al cabo, así funciona esto, no hay nada original, sino homenajes (buenos y malos). Pero, tristemente, el robo de las ideas ya no se da sólo entre agencias, sino que el cliente también entró al juego. Por que para ellos es muy fácil invitarte a presentar un proyecto, decirte que “gracias, pero no es lo que buscábamos” y, meses después, ves fotos y videos en sus redes sociales de un proyecto que es muy, pero muy similar al que tu les propusiste. ¿Reclamas? ¡¿Cómo hacerlo cuando no puedes patentar un concepto?! ¿Con qué bases legales? 7.- Ausencia de Pago. En esta industria, lo peor que puede pasar es que un cliente no honre el trato acordado. Antes de los negocios, está el honor. La imagen. Si nosotros como proveedores no entregamos el producto prometido, el cliente sabe que, por contrato, puede castigarnos el pago. Es lo justo. Pero una vez que el proyecto se terminó al 100 por ciento, con resultados positivos y con una gran labor (y esfuerzo), es justo liquidar en su totalidad a la empresa. (Negocios 101, pues). Al día de hoy, existen clientes que creen que una labor bien realizada debe castigarse con la negativa del pago. Peor aún, se indignan con uno cuando se les llama para preguntar sobre el proceso de cobranza. Y, si bien nos va, pagan en especie, ya que su producto “es de alta calidad”. Y no lo dudamos ni un segundo, pero los más de 100 personas que laboran en una agencia como ifahto no comen jabones. O tequilas. O cualquiera que sea ese producto de alta calidad. La industria está cada vez más competida. Eso nos haría cada vez mejores, a no ser por deslealtades que inclinan la balanza a que los productos finales carezcan de calidad, por lo que los anunciantes generalizan y el estigma nos afecta a todos. A ello le sumamos que los mismos clientes le ponen el pie a quienes somos sus principales socios de negocio, entonces no falta mucho para que la burbuja que mantiene la zona de confort de nuestro gremio explote y, entonces, llegará un momento de verdadera tensión para todos los que nos dedicamos al negocio de las ideas. Citándo a Raul Cardós, “devolvámosle a la industria un poco de dignidad”. @FerFamania Imagen cortesía de iStock
Comentarios