¿Te gusta cuando te hacen masajes en la espalda con roca volcánica en el spa más reconocido de tu ciudad? ¿Te encanta recibir bonos de regalo en tu tienda de ropa preferida? ¿Te fascina que tus amigos te inviten a unas frías cuando no tienes plata? ¿No te agrada que un domingo que no quieres hacer un carajo te llame tu novia o tu amiga de turno a decir que te invita a almorzar? A todos nosotros nos gusta que nos consientan, que nos inviten, que nos gasten y que seamos importantes para alguien en especial. Ahora bien, esto que deseamos se da en algunas ocasiones, pero… ¿qué pasa con tus empleados? ¿Por qué no se sienten bien en tu empresa? ¿Por qué en la más reciente encuesta del instituto de Massachusetts el 76% de los empleados de 26 países dijeron no estar contentos en sus trabajos? ¿Por qué deseamos tener un jefe que al menos nos escuche y que tenga la delicadeza de preguntarnos qué deseamos para ser más eficientes en el trabajo? ¿Por qué cuesta tanto ser condescendiente con las personas que representan la compañía en la línea de fuego ante los clientes y no los consideramos como amigos? La respuesta a estas preguntas es sencilla pero supremamente difícil de digerir para muchos empresarios: CONSIENTA A SUS EMPLEADOS. Si ellos están bien, harán más funciones que las que les competen. Si ellos están felices, transmitirán esa sonrisa a todos sus clientes. Si ellos se sienten IDENTIFICADOS con la empresa, serán embajadores de marca que defenderán tu eslogan a capa y espada. En marketing existen 3 eslabones para una óptima venta: los empleados, los procesos y los clientes. Si desde la primera se hace mal las cosas, es complejo llegar a hablar de fidelidad de marca y mucho menos incremento de ventas. No nos quedemos con los análisis comportamentales, con los índices de crecimiento y mucho menos con los descuentos. Enfoquemos los esfuerzos en satisfacer realmente las necesidades de nuestros empleados. Brindemos herramientas para que sean felices no sólo en su trabajo, sino en su día a día. Crea programas de bienestar institucional en donde mensualmente se realice actividades de integración con sus familias. Recuerda que la cadena de valor no sólo se compone de los actores del proceso de compra; también se compone de las personas que hacen que nuestro día a día sea mérito de una sonrisa. Imagen cortesía de iStock
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