Creer o no en las casualidades es decisión de cada uno pero sí diré que me he planteado esto después de coincidir mi estancia en Países Bajos con la pérdida de Johan Cruyff el pasado 24 de marzo. Fue un grande, aunque la mayor parte de los recuerdos que conservo de él son de aquel tipo que siempre tenía un chupachups en la boca como si fuera un cigarrillo mientras paseaba por el banquillo del F.C. Barcelona. Se hicieron muchos chistes sobre él; érase una vez un chupachups pegado a un holandés… Cruyff tenía dos vicios: el fútbol y el tabaco. Por eso la agencia Bassat Ogilvy & Mather (hoy Ogilvy & Mather) lo elegió como testimonio de la campaña, ganadora del Sol de Oro en el Festival de 1992, contra el tabaco encargada por la Generalitat de Catalunya. No deja de ser paradójico que falleciera precisamente de un cáncer de pulmón. Recuerdo el anuncio porque se lo repetía a mi padre, intentando que él también dejara los cigarrillos. Johan lo decía bien claro: “El fútbol me lo ha dado todo en la vida. En cambio, fumar casi me lo quita». Papá se reía y me recordaba que soy merengue:
- ¡Mira con qué viene ahora la madridista! ¿Desde cuándo le haces caso a un culé?
- Pero Papá, hasta los del Barcelona saben que es malo fumar…
Como buena seguidora del Real Madrid odié a Cruyff durante sus temporadas como entrenador del equipo, los clásicos en que fuimos derrotados y al mismo tiempo admiré su técnica, su convencimiento y sacrificio a lo largo de toda su carrera. El fútbol es uno de los deportes que mueven masas por eso sus estrellas son a menudo héroes y testimonios de grandes hazañas. Nosotros, los publicitarios lo sabemos, los buscamos para protagonizar campañas: moda, deporte, videojuegos, tecnología y a veces, solo a veces, grandes campañas que pueden cambiar la vida de otras personas. Papá dejó de fumar: Gracias, Johan.
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