Independientemente de su gestión, desde el punto de vista de comunicación y marketing político Barack Obama ha sido sin duda, uno de los más efectivos políticos de los últimos tiempos. El tiempo será testigo, se escribirán historias y versiones acerca de cómo fue que se logró que después de 88 años un presidente estadounidense pisara de manera formal piso cubano. Un acontecimiento histórico exquisito visto y analizado desde cualquier óptica. Obama, un demócrata que ejerce su segundo período presidencial ha visto la natural caída de su popularidad, y a pesar de ello, sigue siendo todo un personaje político no solo en su tierra sino también fuera de ella. Me causó gran curiosidad leer los resultados de una encuesta publicada por la revista 20minutos de España, donde dan cuenta que un 80% de los cubanos tienen una imagen positiva del presidente estadounidense, esto contra solo un 47% de Raúl Castro. Desde 1959 ninguna empresa encuestadora había podido realizar un trabajo de este tipo en Cuba, y aunque el resultado es lógico, no se esperaba que fuera publicado. El restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre ambos países se da en un momento de crisis para los aliados de La Habana. Crisis en Venezuela donde un Nicolás Maduro no ha podido sacar a flote a un país que se sumerge cada día más en desabastecimiento, inseguridad, caristia y precaria calidad de vida. Crisis en Bolivia para un Evo Morales quien recibió un NO como respuesta a su petición de reelección, respuesta otorgada por el mismo pueblo quien ya no ven al ex líder sindicalista cocalero, con los bonitos ojos que lo veían hace algunos años. Crisis para una Dilma Rousseff en Brasil, quien ha sido objeto de graves denuncias de corrupción, multitudinarias marchas opositoras pidiendo su renuncia y como cereza del pastel, acusaciones contra su mentor político y expresidente Lula da Silva. Maduro, Morales, Rousseff, Correa, Castro, todos coinciden en miradas hacia la izquierda, todos con modelos económicos similares, todos enfrentando graves crisis de gobierno producto de políticas populistas sin resultados efectivos. La visita de Obama a Cuba incomoda a esos aliados de los Castro quienes recibieron de estos líderes cubanos el aliento para seguir un camino que ya sabían no los llevaría a un buen destino. Fidel y Raúl dotados de una inteligencia suprema, explotaron y absorbieron los mejor de cada una de las naciones hermanas, recibieron como limosna recursos de todo tipo a cambio del aliento y las palmaditas en la espalda para que siguieran la ruta, una ruta que los condujo a la miseria y a graves problemas de corrupción. La lectura universal de esta visita relata la necesidad de los Castro de renovarse antes morir, reconciliarse con Estados Unidos es una necesidad imperativa de un régimen que en voz baja y con las luces apagadas reconoce haber recorrido la ruta equivocada. Ver a Castro levantar la mano de Obama es todo un poema. Es levantarle la mano al capitalismo y a la misma vez decir «este es el hombre». Y como si lo de La Habana hubiese sido poco, Obama viaja a Argentina y es recibido por un Mauricio Macri crecido, y como gesto de buena voluntad permite que se abran expediente clasificados relacionados con la dictadura Argentina, dictadura que dejó más de 30 mil desaparecidos y de la cual se están cumpliendo 40 años del golpe de estado en esa nación. Luego en un sencillo acto en honor al mandatario, un Obama desenfadado y brillante se mueve sin mucho ritmo sobre una pequeña pista al compás de un clásico tango. Los medios y las redes sociales hicieron notar detalles de la supuesta sencillez de Obama al lucir un reloj de no más de $300 dólares y evidenciar que los vestidos usados por sus hijas en el viaje, son parte de un vestuario austero y discreto. De cualquier manera, Obama termina unas visitas históricas a unos países en donde su popularidad es superior a la que goza el mandatario en su propio país. Dejó un buen sabor de boca en Cuba y también en Argentina. Independientemente de su gestión, desde el punto de vista de comunicación y marketing político Barack Obama ha sido sin duda, uno de los más efectivos políticos de los últimos tiempos.
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