El buzón de correo es hoy una especie en extinción, si es que no se ha extinguido ya. Esto no es sorpresa para nadie, y menos aún para quienes hemos trabajado en Marketing Directo durante muchos años (por lo que los buzones han sido nuestros aliados). Pero en un pequeño pueblo pesquero japonés, el buzón no solo no ha desaparecido sino que constituye una de sus mayores atracciones. ¿Por qué? Porque se encuentra sumergido en el océano a 10 metros de profundidad. El pueblo se llama Susami, está en la Prefectura de Wakayama y tiene unos 5.000 habitantes. Su buzón submarino, que figura en el Libro Guinness, funciona perfectamente y recibe entre 1.000 y 1.500 cartas por año. Las depositan buzos que compran tarjetas postales resistentes al agua, en las que escriben con marcadores de tinta al óleo. Un empleado recoge las tarjetas con frecuencia y las lleva a la oficina de correos, desde la que son distribuidas a sus destinatarios, en general en menos de una semana. El buzón fue creado en 1999 como parte de una campaña turística para la Península de Kii, en Wakayama. Debido a que Susami no tenía ninguna atracción turística particular, al entonces Jefe de Correos del pueblo se le ocurrió instalar el buzón submarino. Desde aquel momento, más de 32.000 piezas de correo fueron depositadas en el buzón, reconocido por Guinness en 2002 como el “buzón submarino más profundo del mundo” (como si hubiera muchos). Debido a que la instalación sufre la severa corrosión del agua de mar, se utilizan dos buzones que se cambian cada seis meses para ser limpiados y pintados. En fin, más allá del cariño que los veteranos del marketing directo sentimos por los buzones, este es un claro caso en que el correo directo hace agua. (Fuente: japantimes.co.jp)
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