Hay densa literatura de empresa sobre la brecha entre un jefe y un líder y sobre el enfrentamiento de virtudes y defectos que los nutren y que son fuente de diferenciación y aprendizaje. Y también hay densa literatura sobre ecosistemas sectoriales y sobre la necesidad de adaptarse a ellos si queremos prosperar como organismos empresariales vivos. Pienso que la mezcla de ambos, una activación miscible entre las dotes de líder natural y una competencia digital adaptativa, es una mezcla catalítica que un líder actual que se precie debe asumir, asimilar y sincronizar con su desempeño porque hay que liderar desde lo digital. Pero frenemos y demos un paso atrás para coger perspectiva. Hay que ser coherente con las capacidades de un líder pero a la vez hay que alejarse del dramatismo y la exageración académica, hay que esquivar el error de basarse en exceso en lo conseguido en los estudios y desentenderse del potencial de consecución profesional por la vía eficiente del trabajo. Todos sabemos de qué hablamos, verdad. El equilibrio entre el análisis aséptico y cómodo del peso de las titulaciones y el potencial comprometido de ejercer tareas desde la naturalidad y el aprendizaje específico continuo, está balanceándose cada vez más hacia la definición de profesionales con amplias capacidades de adaptación alejadas de estándares, amantes del cambio y curiosos por naturaleza. Profesionales capaces de imprimir un ritmo de crecimiento diferente a la empresa, lejos de un mantenimiento pasivo y aprovechando los nutrientes del ecosistema en que se mueve. Y ya que hemos cogido perspectiva, no radicalicemos y la equivoquemos. Hacemos referencia a la capacidad de ejercer una profesión con solvencia y compromiso sincero, lo que casi con toda seguridad vendrá nutrido por importantes conocimientos, pero abandonando la cada vez más reseca costumbre de pensar que quien tiene muchos títulos es el mejor profesional. Y en muchos aspectos, son las mismas competencias digitales las que inducen este nuevo y creciente balanceo en el equilibrio. ¿Pero por qué es tan vinculante el tema digital en el líder? Sin duda porque el ecosistema en el que se desarrolla la empresa actual es eminentemente digital y de clara tendencia, aunque muchas empresas sigan arraigadas por desidia heredada a posicionamientos contrarios, en muchas ocasiones, a su necesidad de crecimiento y todo porque el más que famoso «siempre se ha hecho así, ¿para qué cambiar?» sigue adherido al tejido de dichas empresas y sus dirigentes. Pero la teoría de la evolución es mucha teoría, prevalece y se globaliza. Aquí ya no se dirige hacia donde uno cree ver luz, aquí se camina de forma conjunta en la misma dirección del objetivo consensuado. El líder no puede evadir participar de los entornos digitales que le mantendrán a él y su empresa en armonía con su medio de subsistencia. Porque es su responsabilidad y sobre todo porque quien va a dotar de nutrientes a la empresa es el cliente, un perfil que en la actualidad vive fuertemente arraigado a las comunicaciones, a Internet y a los dispositivos móviles. Entonces, ¿a qué tanto reparo? ¿A qué tanto miedo como empresarios en atraer conocimiento digital a su cúpula directiva? ¿Hay temor a no saber y tener que aprender? Es ridículo, en verdad no hay casi nada que sea más innato y necesario que aprender a medida que crecemos. Por ello el líder debe ser motivador de cambio, aportador de valor y valores para reconvertir la empresa en un organismo adaptativo y para ello debe empezar por la fisiología interna de la empresa: sus trabajadores. De ahí la importancia de atesorar por igual capacidades innatas en relaciones humanas y gestión de equipos. ¿Cuántas veces hemos escuchado que lo digital impide y hasta anula las relaciones humanas? ¿En serio queremos ser así de poco serios? Hoy día, la competencia digital en un líder es un valor en alza, buscado cual tesoro en un mundo donde debería ser un estándar de base. Gestión del tiempo y gestión de tareas, comunicación diferida y en tiempo real con colaboradores y empleados, diseño de estrategias y cronogramas de actuación, actuaciones analíticas preventivas y actuaciones ejecutivas programadas son, entre muchos otros, valores del líder actual que utilizará herramientas digitales para acometer cada una de ellas y ser funcionalmente eficiente y efectivo. Y su capacidad para fusionar la necesaria fuerza del contacto humano con la canalización digital de información, permitirá diseñar un modelo interno de empresa donde cada profesional, una vez escalado a su puesto idóneo, adquirirá su posición justa en la fisiología de la empresa. Sumar, siempre sumar. La tecnología es un medio y no un fin, al igual que Internet y las herramientas de gestión. Los objetivos de las empresas no son convertirse en expertas en tecnologías digitales sino ser las mejores de su sector utilizando las mejores herramientas a su alcance. ¿Digitales, quizás? De ahí la importancia de la figura del líder digital ya que debe ser él quien rediseñe los flujos de la empresa para que lo digital facilite y potencie lo analógico y el cambio sea progresivo y no traumático. Y los tiempos son los que son, prácticamente nadie escapa a los teóricos 480 minutos que nos toca trabajar cada día y absolutamente nadie es capaz de dimensionar ninguno de ellos en más de sus firmes 60 segundos. Por ello cualquier herramienta que nos permita acortar la ejecución de acciones en ese inamovible intervalo nos aporta una ventaja competitiva. Los jefes temerosos del conocimiento de sus empleados están, por suerte aunque a menor velocidad de la deseada, pasando al olvido porque cada vez van apareciendo más profesionales preparados en el quehacer del día a día y sus excusas no dan para tanto. Vivimos tiempos donde ya no hay que parecer la mujer del César, simplemente hay que serlo porque las apariencias ya no engañan. Cuántas veces habré escuchado decir a alguien «en mi tarjeta pon Director… o Jefe de…, pero no pongas Responsable de…, no me gusta». Aunque no lo creamos, estas leves disertaciones siempre llevan un trasfondo subconsciente que nadie quiere explorar. Lo que está claro es que no podemos perder el tiempo con jefes y jefecillos que se dirigen por mail a varias personas en el mensaje y se olvidan de ponerlas en copia o que cuando les haces caer en la cuenta de hacer copias de seguridad te piden en qué gran superficie comprar un disco duro. El ecosistema está provocando mutaciones en el ADN del líder convirtiéndole en un individuo adaptado al entorno y sólo el que quiera aceptar ese cambio de base nitrogenada en su copia previa de ARN será predominante en la fisiología de empresa y en su ecosistema. Predominar, bonita acepción. Y por ello será el más buscado, el que todos querrán tener en su empresa, el que podrá decidir a qué ecosistema dirigirse y qué empresa elegir para adaptar su fisiología empresarial al mismo. Y el resto sufrirá las inclemencias y dureza de un ecosistema para el que no está preparado. ¿Estás en disposición de ser un líder digital?
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