Se aproxima la llegada de junio y trae de la mano, como cada año, al verano y la llegada de los exámenes finales y de los finales de curso. Algunos, quizás, aún estéis empezando a conocer qué es esto de la Publicidad y esperáis ansiosos la llegada de las fiestas estivales. Seguro que también sois muchos los que vivís esta situación de los finales de curso de manera lejana, tal vez tengáis algún hijo estudiante o en vuestra agencia contéis con algún becario. Sin duda, son muchos los que viven el final de carrera de una manera lejana, ya sea por su tiempo pasado o por su futura pero aún inestimable llegada. Sin embargo, también somos muchos los que tenemos una cita próxima con el final de nuestra etapa de estudiantes y el comienzo de nuestra etapa como profesionales. Esta situación supone un cúmulo de emociones y sentimientos para quienes la experimentamos en primera persona. Tras tanto tiempo luchando por llegar a la meta en un auténtica carrera de obstáculos, cuando ya casi vislumbramos la bandera de cuadros, una sensación de pánico indescriptible se apodera de nuestro ser haciéndonos desear correr en sentido contrario, hacia la línea de salida en lugar de hacia la de meta. El día que, de pronto, te das cuenta de que el final está cerca, ocurre como en las películas ante la inminente llegada de un fallecimiento: ves pasar toda tu vida hasta el momento ante tus ojos. Te preguntas por qué no hiciste esto o aquello y cómo dejaste que el miedo, ese enemigo al que poco a poco vas venciendo, te paralizase durante tus primeros años de carrera. No obstante, ahí está él de nuevo, inhibiendo cada pequeño movimiento de cada músculo de tu cuerpo ante la atemorizante idea de abandonar las aulas. Todos sabemos que en la vida hay diferentes fases y que, si lo hacemos bien, llegaremos al final de nuestras vidas habiéndolas atravesado todas. Sin embargo, no por ello pasar de una etapa a otra deja de ser menos confuso y apabullante. Para hacer este periodo más llevadero hoy os voy a hablar, desde mi corta y recién adquirida experiencia en esto, sobre consejos para hacer esta traumática experiencia algo más amable. Acabamos nuestros estudios, ¿y ahora qué? Cada año acabábamos nuestros exámenes finales y disfrutábamos aliviados de nuestras merecidas vacaciones, sabiendo que tenían fecha de caducidad y que en unos meses nos sentaríamos de nuevo en las aulas. Pero llega el último año como estudiantes y la adrenalina recorre nuestras venas: no sabemos si deberíamos disfrutar de nuestro último verano o ponernos a buscar trabajo como unos locos, sin perder ni un minuto. Lo primero que debemos hacer es tomar aire y tratar de serenarnos, no seremos capaces de mostrar lo mejor de nosotros si un manojo de nervios inunda nuestro estómago. La opción de imprimir cien mil currículums y empapelar la ciudad con ellos puede parecer tentadora, tanto como la de convertirnos en auténticos spammers que abarrotan con sus portfolios diversas redes sociales y buzones de entrada de numerosas agencias. No obstante, quizás sea mejor aún la idea de sentarnos a pensar si realmente tenemos un portfolio y/o un currículum adecuados. Es el momento de plantearnos todo aquello que hemos ido dejando pasar durante nuestro tiempo en la Universidad por falta de tiempo: pregúntate si lo que vas a enseñar a tus futuros empleadores realmente te define, si les ayuda a descubrir lo mejor de ti, si realmente es una muestra de tus mejores trabajos o quizás sería conveniente hacer una criba, si has obviado algún trabajo o proyecto que realmente merezca ser conocido… ¿Cuándo sino ahora va a ser mejor momento para replantearnos nuestra carta de presentación al mundo laboral? Por otra parte, el pánico que experimentamos en estos momentos nos puede llevar a aceptar ciegamente cualquier oferta laboral que se nos presente. Por ello es importante que, también ahora, dediquemos un tiempo a la reflexión y a pensar en aquello que necesitamos y deseamos. Las posibilidades son infinitas, por ello es importante conocerlas y saber cuáles son las que más nos interesan: ¿queremos trabajar en una agencia o en el departamento de comunicación de alguna empresa? Quizás lo que deseemos sea emprender nuestro propio negocio o trabajar como freelance para diferentes empresas. Cualquier opción es válida siempre que sea la que nos apasione. Dada la creciente profesionalización del sector publicitario y aparición de nuevos modelos de negocio en la industria, también será conveniente plantearnos en qué tipo de agencia nos gustaría desarrollar nuestras funciones: creativa, de medios, de branding, en una productora o estudio de diseño… Una vez tengamos claro el tipo de empresa que nos resulta más atractiva, será muy importante que conozcamos las posibilidades que tenemos a nuestro alcance: investiga sobre las ofertas laborales disponibles, realiza un listado con aquellas empresas que te generen una mejor impresión, haz anotaciones sobre lo que más te gusta de cada una, sobre las personas de contacto a las que dirigirte… Como ya hemos hablado en otras ocasiones, es importante que, una vez sepamos a qué empresa vamos a dirigirnos, dediquemos un tiempo a investigar a qué se dedica, cuáles son sus clientes y proyectos más destacados, quiénes son los miembros del equipo al que te diriges… Pero sobre todo, qué es eso que nos diferencia del resto de recién graduados y que podemos ofrecer a los equipos de trabajo de la empresa. Toda esta información nos permitirá dirigirnos de una manera más personalizada a nuestros entrevistadores y descartar ofertas que finalmente no nos resulten tan atractivas como se planteaban inicialmente. Al igual que la publicidad con los consumidores, los postulantes han de personalizar sus propuestas en función de la empresa a la que se dirijan. Tras todo esto, yo os recomendaría que, en primer lugar, os permitáis un tiempo para relajaros, desconectar y recargar las pilas. La vida universitaria puede ser devastadora para aquellos que ponemos toda nuestra pasión y empeño en todo lo que hacemos, en especial el último año, en el que te parece que va a llegar algún momento en el que tu mente no de más de sí. Tras tu merecido tiempo de descanso y ocio, ten claras tus prioridades, traza un plan de acción estableciendo en primer lugar tus preferencias, proponte metas realistas y alcanzables a corto – medio plazo y empieza a entablar contacto con aquellas agencias o empresas que hayas escogido como tus lugares ideales en los que trabajar. Tras todo esto, puede que el miedo siga acompañándonos, pero al menos tendremos una propuesta sólida que ofrecer a las empresas para las que deseamos trabajar. Y, en realidad, una vez tengamos esto claro el temor debería empezar a desaparecer: ¿por qué preocuparnos si estamos seguros de lo que somos y lo que tenemos que ofrecer?
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