Hace años me topé con esa aterradora pregunta: “¿qué vas a estudiar?”. Para algunos, era algo tan sencillo como responder cuál era su nombre y sentía una envidia sana hacia ellos. En mi caso, no sabía qué parte del menú ver primero, y de tantas opciones que existían, se me iba el apetito. Y ahí estaba mi mamá, recordándome constantemente que tenía que dar una respuesta pronto. ¡Qué loca esta mujer!”, pensaba yo, pero sabía que lo hacía con todo el cariño del mundo (o al menos eso pensaba). Luego, un día, decidí hacerlo, decirle la verdad: “Mamá, hay algo que tienes que saber”. Sus ojos abiertos y su ceja alzada me dijeron que en su mente solo estaba la palabra “embarazada”. Pero luego, cogí y le dije: “Mamá, quiero estudiar publicidad”, y esa cara fue peor. “¿Qué es eso?, ¿para hacer propaganda?”, fueron las tan cariñosas respuestas. Ahora que lo recuerdo, se me retuerce el corazón. Definitivamente, ella no lo entendía. La idea de que su hija escribiría infomerciales y cuñas para vender agua azucarada (como Steve Jobs se refirió a la Pepsi) la volvía loca. Entonces, me di cuenta del choque cultural con el que vivimos día a día, sin darnos cuenta. Para ella, ésta no era una profesión. Ni me hagan empezar a hablar de mi abuelita: “Mijita, usted tiene que ser abogada, economista, ingeniera, doctor, algo de verdad”. Ella ni siquiera sabía lo que esto significaba, incluso llamó a una de sus hermanas y le preguntó. Ésta le respondió: “Es eso que haces en la computadora” (¿?). Siendo solo una chiquilla de 18 años, preferí quedarme callada, de eso me arrepiento. Mi mamá quería una razón, pero no sabía que responderle. Hoy, todo sería diferente y le hubiera contestado: “Mamá, para empezar, nunca me voy a aburrir. Es una de las carreras más prácticas que hay allá afuera y estaré aprendiendo siempre y de todo un poco, en especial cuando me equivoque. Practicar todos los días será la simulación que necesito de la vida real, con la mirada afuera y la mente en el cielo. Seré más sociable mamá, les hablaré a todos en algún momento. Podré ser muchas personas al mismo tiempo, ponerme en sus zapatos, conocerlos, enamorarlos y todo con el poder de la creatividad. Sí mamá, desde el primer día, tendré ese poder y éste irá creciendo día a día. Podré ser yo mismo mamá, siempre y cuando ayude a otros a cumplir sus metas y solucionar problemas reales. Te prometo que voy a cambiar el mundo, aún no sé cómo pero lo haré. Aprenderé a compartir muchísimo con los que me rodean, en especial tiempo, trabajo, pero sobre todo, pasión. Mamá, no podré dejar de ver películas, de leer, de jugar videojuegos y pasarme horas en las páginas web más raras del mundo, porque todo eso me ayudará a ser mejor cada día, a dar mejores ideas y a reinventar lo que hay alrededor. Todos los días tendré algo que contarte porque esta carrera no se estudia, se vive. Te voy a sorprender cada vez que pueda y te haré llorar, reír y asustarte (perdóname de antemano). Y mamá, cuando me veas como loca corriendo hacia todas partes, gritando o llorando, déjame hacerlo porque muy en el fondo, lo estaré disfrutando. No voy a estar toda mi vida junto a la constitución, un bisturí o un plano de construcción, sino que mis mayores aliadas serán las ideas, cada una más descabezada que la otra. Pero ten por seguro que amaré lo que estoy haciendo”. Al final de todo, mamá es mamá. Después de varios días que le anuncié la tremenda noticia se me acercó y me dijo: “No importa lo que quieras ser. Sí quieres ser taxista en Nueva York, trata de ser la mejor taxista de Nueva York”. Ahí es cuando me olvidé de todas las caras y respuestas que me dio, sabía que era mi apoyo principal (ella también me vendió la idea). Sin embargo, eso no significa que ella entienda la carrera. Hasta hoy, le sigue diciendo “propaganda” y es a la única que se lo permito. Ella se ha vuelto el cliente más importante, cuya aprobación es la que llega al corazón. Mi mamá se ha vuelto en esa persona que me alienta todos los días y me dice que todos mis comerciales están “lindos”. Se ha vuelto la actriz y modelo principal de mis proyectos y la promotora número uno de todas mis ideas. Sé que estará ahí para consolarme cuando me digan que no, cuando no duerma y cuando tenga que empezar otra vez. También será la persona que se queje que nunca estoy en la casa pero que siempre estará pensando en mí. Será la que comparta todos mis comerciales (ya reales) en su perfil de Facebook así ninguna de sus amigas los entienda, pero me dará las únicas “felicidades” que necesito. Espero que todos ustedes piensen así y ella sea la primera que nombremos en el discurso de agradecimiento cuando tengamos en las manos a nuestro primer león. Por eso mamá, para resumir todo lo que te quiero decir, mira este comercial: https://www.youtube.com/watch?v=MQ3k6BFX2uw AUTOR Maria Silvia Aguirre Mi nombre es María Silvia y soy comunicóloga porque siempre tengo algo que contar. Pudiera pasar todo el día con Snapchat, pero después Netflix se pone celoso. El amor de mi vida es un buen libro, que venga con un buen café y un dulce cuando sea necesario. Cuando sea grande, quiero que mis nietos repitan mis historias y le cuenten a sus amigos cómo su abuela revolucionó el mercado del contenido en Ecuador. Esto es lo que hago: https://www.behance.net/masilaguirre . http://ec.linkedin.com/in/mariasilviaaguirretorres
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