Aunque parece la frase álgida de una película de terror no lo es, es una urgencia que demanda a gritos la empresa actual y a la que el empresario, en la mayoría de ocasiones, responde con ataques repentinos y selectivos de sordera. El miedo nos acompaña pero debemos saber administrarlo. El riesgo es igualmente innato en la vida y ambos van unidos pero si queremos avanzar, debemos entender cómo discriminar y cómo posicionarnos respecto a ambos. Nelson Mandela, alguien que conoce de primera mano el miedo en su vertiente más extrema dijo «no es valiente aquel que no tiene miedo sino el que sabe conquistarlo». En el momento de escribir esta frase pensé «me suena que la he usado con anterioridad en alguna de mis entradas, ¿qué dirán los lectores?». Y de inmediato el miedo al «que dirán» me invade. Aquí tenemos un rápido y simple ejemplo de cómo debemos identificar los miedos y los riesgos para ser competentes en nuestro día a día. La percepción es un arma de doble filo ya que nos insufla duda sobre los demás respecto de nosotros y de nosotros frente a los demás. Aparte, el miedo a algo que no va a poner en peligro nuestra vida siempre es menor, por naturaleza, que existiese la posibilidad de sufrir un quebranto vital. En pocas palabras, tenemos todas las herramientas para entender con conciencia que no podemos ir por el mundo pasando miedo. Pero no, no hacemos caso y en la mayoría de ocasiones en que aparece una duda, nos dejamos embriagar por él. ¿Con cuánta gente habéis estado esta semana que ha emitido juicios erróneos en vivo y en directo por miedo a mostrar que desconocía un tema? ¿Os suena que alguien haya echado la culpa al compañero que no está al investigar el jefe un error de departamento? ¿Cuántas veces habéis visto a un comercial añadir alguna que otra visita a la agenda del día para cumplir con el objetivo de visitas? Y diréis, «bueno, no pasa nada, eso es humano». Perdonad que os diga, será humano pero sí pasa. Pasa porque somos profesionales, porque trabajamos para ofrecer resultados y sobre todo, porque cuando nos movemos en el tóxico entorno del «no pasa nada», pasa muy poco tiempo desde la primera vez que escurrimos el bulto y el momento en que se coge por sistema porque claro, ¿si «no pasa nada» por qué no seguir con ello? Y todo por miedo. Y curiosamente tenemos más miedo a reconocer que no hemos hecho algo, que entra dentro de lo lícito, que a ser descubiertos como premeditados planificadores del no hacer. Por miedo al «qué dirán», por miedo a ser puesto en duda como profesional, por miedo a un despido o por miedo a pasar por ignorante. Y siempre aparece tanto si eres empresario como si eres profesional. Pero toca enfrentarse al miedo y creedme, todos sabemos cómo hacerlo: VISUALIZAR Y AVANZAR. Recorrer calles desconocidas de noche siempre da miedo. Sin embargo si ese recorrido lo hacemos cada noche al volver del trabajo durante meses o años, es muy probable que hasta se convierta en amigable. Por ello debemos visualizar qué recorrido tenemos delante para analizarlo cuanto antes y así, poder avanzar. RECONOCER TUS LIMITACIONES. Escalar asusta y mucho si no estás preparado para ello. Pero no es suficiente con ir bien equipado, hay que tener unas determinadas condiciones físicas que nos permitan hacerlo. De ahí la importancia de conocer nuestras limitaciones y entender que no todo el mundo sirve para escalar y de que yo estoy en ese grupo. Sé consciente de qué limitaciones tienes y a partir de ahí, sé competente. SER FIEL A CÓMO ERES. Es sabido que no podemos agradar a todo el mundo, pero si ese sigue siendo tu objetivo, sufrirás. Si no encajas en un entorno social, cambia. Y cuando pienses «no es posible que tanta gente esté equivocada» no dudes y date la razón porque sí, pueden estar equivocados. En experimentos en los años 50, un alumno elegido reconocía que una raya pintada en la pizarra era menor que otra cuando no era verdad, tan sólo porque toda la clase opinaba que así era y tenía miedo de pasar por tonto. Y sí, aunque fuera un experimento social controlado, todos los demás estaban equivocados. Sé fiel a ti mismo, no temas ser diferente. RECONOCER QUE NO SABES. Es el mayor don del ser humano: no saber y tener capacidad para aprender. Los tiempos del «yo sé un poquito de todo y por eso soy el jefe» hace tiempo que pasaron a mejor vida. Hoy día la especialización es el eje de desarrollo y éxito. Y reconocer desconocer es la base para desaprender y volver a aprender. Y si estás rodeado de «sabedores de todo» ves pensando en cambiar de departamento o de trabajo porque has caído en mal lugar. Los gatos caen siempre de pie porque su columna vertebral es altamente flexible y son capaces de girarla en ángulos inverosímiles en el aire. Si eres flexible y reconoces que no sabes, siempre caerás de pie. SI ALGO TE ASUSTA, HAZLE FRENTE. Así dicho suena simple y valiente, verdad. Obviamente no es fácil ya que el miedo induce, como primera reacción, a la huida. Pero hay que sopesar los pros y los contras de una situación que nos atemorice y ver cómo podemos reajustarla. ¿No os pasa que cuando pensáis a futuro en algo que no deseáis hacer pero que es obligación, tenéis mucho más miedo los días que preceden al suceso que el mismo suceso en sí cuando ya lo habéis vivido? Es una cuestión de percepción y de magnificación de hechos al imaginarlos. Un proverbio chino dice «si un problema tiene solución, no hace falta preocuparse. Si no tiene solución, preocuparse no sirve de nada» Visto asépticamente es de lo más lógico e inteligente y su asimilación y aplicación puede convertirnos en personas diferentes. En verdad, erradicar el miedo de nuestro diccionario particular sólo depende de nosotros y va de la mano con ser competentes y buscar la excelencia personal y profesional. Percepciones, opiniones, puntos de vista, juicios de valor, comentarios, críticas y demás condimentos del plato del día son los que debemos dejar en la repisa de la cocina si queremos que nuestro plato sea excelente. Visualicemos por donde caminar y caminemos por donde hayamos visualizado, es la estrategia con la que olvidar el miedo a caminar.
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