Con el tiempo he logrado evidenciar gran cantidad de habilidades en mis colegas. Tenemos el experto en diseño, el grandioso ilustrador, el más grande productor de vídeo, el Dalí de los copy, entre muchos otros. Entendemos claramente que cada quien posee una habilidad innata; sin embargo, hay una que en definitiva todos deberíamos tener o deberíamos preocuparnos por aprender. Muy pocos saben vender. Si me voy por los corredores preguntando a todo tipo de personas ¿qué es saber vender? Lo más probable es que me encontraré las respuestas más obvias como “es la capacidad de convencer a alguien para que compre algo”, pero un día, viendo una conferencia de Jürgen Klaric, escuché una definición que, si bien engloba el concepto estándar de saber persuadir, presenta una visión mucho más profunda. “Saber vender es que tu hijo quiera pasar tiempo contigo cuando él tenga 18 años”. Cuando le pregunto a varios amigos de diversas disciplinas el por qué no han aprendido a vender y han mejorado su habilidad de expresión y persuasión, las respuestas más comunes son “yo no necesito vender” “el de ventas se encarga de eso” “yo no estudio algo relacionado con ventas”. Existe un pensamiento generalizado de que las ventas son específicas de ciertas áreas. Yo me pregunto ¿qué será de la vida de un médico que se mató años estudiando y que no tiene la capacidad de venderse a sí mismo? Lo más probable es que termine frustrado trabajando como médico general, cargo que no tiene nada de malo, pero que sé que muchos no aspiran a él. Y si no sabe venderse a sí mismo probablemente también le sea difícil vender la idea de seguridad y tranquilidad que un médico debe ofrecer a sus pacientes. ¿Le ha tocado uno de esos médicos que pareciera que aborrece a las personas? Eso es un mal servicio al cliente, que a fin de cuentas es no saber vender. Si un médico que supuestamente no tiene que saber de ventas se ve afectado de esta manera ¿qué sucede con un publicista? A diario producimos ideas y proyectos, muchos de ellos terminan archivados o en la basura porque el cliente los rechazó. En las grandes agencias se supone que tienen a un buen vendedor para presentar las propuestas, por lo que, en teoría, el rechazo de campañas se debe más a fallos en la estructura de la misma, pero ¿qué ocurre con los publicistas independientes? ¿Sus campañas fueron rechazadas porque la idea era mala o no sabían vender? Al igual que yo, sé que muchos lectores han presenciado ideas excelentes que son destrozadas porque quien las presentó no tuvo la capacidad de contar, apasionar y vender. Dejemos de ver las ventas como una actividad exclusiva de unos pocos. Aprender a expresarse y vender puede abrir muchas puertas familiares, personales y, por supuesto, profesionales. No importa que tan genial sea un producto, un servicio, una idea o un proyecto; si no sabes vender probablemente éste no sea escuchado con la atención que esperas, no conseguirás el trabajo que quieres porque no lograste demostrarle a la persona de contratación que eres justo la persona que necesita y tal vez ni si quiera destaque la propuesta de campaña que le diste a tu equipo. No se trata de volverte un experto en ventas, pero sí de entender los principios de las mismas para mejorar el valor agregado de lo que propones. Imagen cortesía de iStock
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