El brandalism es ese escenario que observado por el espectador, atrapa, inquieta y mueve emociones que llegan a la reflexión, mientras que visto a través de los ojos del “intervenido”, alarma, indigna y enfurece el hecho de que una pieza publicitaria “pensada” o un espacio privado, sea modificado para ensuciar o cambiar su mensaje. El término brandalism es un simple juego de palabras (Brand de branding -marca comercial- y dalism acortando la palabra vandalismo anglosajonamente) todo ello, busca explicar el movimiento que se encarga de interceptar el bombardeo publicitario consumista por medio de Street art o arte callejero. ¿Cómo llegamos a eso? No está muy claro todavía, pero muchos concuerdan que todo comenzó en los disturbios de Londres durante el verano de 2011, donde por más de 5 días hubo manifestaciones que dejaron un total de 142 millones de dólares en pérdidas económicas para la ciudad. La muerte del joven Mark Duggan a manos de la policía fue el detonante de tales hechos, justamente Robert Marcuse –el reconocido banquero y escritor— usó por primera vez el término Brandalism, asegurando que la publicidad y el marketing eran grandes responsables de los disturbios. “La publicidad nos dice lo que queremos y lo que necesitamos. Fomenta la desigualdad de clases. Esta no generó los disturbios pero sí fue uno de los factores que los motivaron”. Todo es por la publicidad En sus inicios, la publicidad buscaba mostrar las bondades de los productos y hacerte partícipe activo en la comparación de su calidad ante los demás, actualmente, se interesa más por intentar descubrir qué significa el éxito para ti para mostrarte que puedes destacar ante una multitud de personas que al igual que tú, son “originales”. Para nadie es un secreto que el mundo publicitario de hoy se esmera en crear necesidades -e inseguridades-. ¿Está tan mal que las mujeres tengamos las piernas peludas y que en los anuncios de depilaciones las modelos se rasuren estando ya depiladas?, ¿es normal ver que todos los modelos masculinos tienen barbas y cabello largo y de la nada media población mundial ya esté así?, son por interrogantes como esas que la intervención publicitaria llegó a nosotros. Exteriorizando En esencia, el brandalism intenta recuperar el entorno visual publicitario a través del arte, si bien, no todos sentimos que atentan contra integridad por ver revistas llenas de jovencitas en delgadez extrema, ni por escuchar que si no tienes tal marca de ropa no eres nadie –en parte porque tienes el poder de cambiar de estación o revista-, pero con la publicidad exterior es otro asunto. Históricamente, el grafiti ha sido criticado duramente por la sociedad, no solo como una forma de vandalismo más, sino que legalmente atenta contra los espacios públicos y/o privados, ensucia y contamina. Obviamente, no faltan esos “grafitis” faltos de creatividad donde las malas palabras y expresiones burdas de amor llenan paredes enteras, sin embargo, cuando un espacio está abandonado el gremio de los artistas callejeros hace de las suyas y embellecen el área –gratis-, tanto, que en ciudades como Brasilia, Bogotá, Buenos Aires y en la mía, este arte callejero se ha convertido en símbolo de recuperación de espacios. ¿Legal o ilegal? Aquí entramos en el núcleo del tema, la cosa es ilegal hasta cierto punto. El hecho de remover publicidad de marquesinas en paradas de bus, intervenir vallas, flyers, carteles, rompetráficos o sustituir textos en los mismos es ilícito, mientras que expresar tu punto de vista y manifestar pacíficamente a través del arte no lo es. La mayoría de los brandalistas repudian la publicidad legal que a la larga atropella a los demás. Discursos políticos que atentan contra la democracia y la justicia, propaganda que trasgrede la diversidad religiosa, cultural, migratoria y sexual y no olvidemos a las marcas que idealizan mujeres y hombres ficticios que jovencitos se mueren por ser, ¿qué resulta más censurable, pintar una pared o la apología a la prostitución, la bulimia y la drogadicción? Entre sus filosofías destacan, que la línea entre lo legal e ilegal en el brandalism es difusa cuando se evalúa lo que realmente debe ser prohibido – como anteponer la imagen de un paisaje disfrutable a la multitud de carteles que invaden la ciudad con un bombardeo de deseos ilusorios y engaños- No todo es pintura Los artistas responsables de las intervenciones no son anónimos, muchos de ellos tienen antecedentes penales por vandalismo, destrucción de propiedad privada, resistencia a la ley y pare usted de contar. Pero eso no los ha desanimado a dejar el movimiento, pues se estima que en todo el mundo existen colectivos dedicados cien por cien a l intervencionismo de publicidad exterior que va más allá de simples vallas, cuentan buzones, aceras, fachadas y hasta animales. Aunque en Latinoamérica el proyecto no esté tan consolidado como en otros lugares, sí existe y describe una realidad social de la que nadie puede escapar. Imagen cortesía de Shutterstock
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